Política

Saint-Exupéry, corresponsal en la Guerra Civil Española, 1936-1939

  • De neblinas y Don Goyo
  • Saint-Exupéry, corresponsal en la Guerra Civil Española, 1936-1939
  • Víctor Bacre Parra

 A Luis Cabrera Lobato

Allá en el sur, ganó Jair Bolsonaro. Aquí en el norte, ganó Santa Lucía, Toluca y el “Benito Juárez”. Más arriba, Trump aprovecha las caravanas de migrantes centroamericanos para exacerbar los odios y rechazos a sus marchas en pos del “sueño americano”, militarizando más la frontera con nuestro país para con ello afianzar los votos republicanos. Los grupos de poder conservadores, se apoderan y enseñorean en Europa, y a los periodistas también los asesinan en el Oriente (y siguen los crímenes en México, contra el mismo gremio-y sin resolverse los de los ya caídos). Mientras, China, con las Coreas, cuida los embates de Putin y prepara los suyos en las disputas triangulares por la hegemonía mundial USA-China y Rusia.

En ese contexto, tuve una cálida y formativa reunión con tres zacatlecos, zacateclanos, zacatecos o zacatlanos (entre los mismos habitantes de Zacatlán, no se ponen de acuerdo con su gentilicio); Raúl, Alejandro y Pablo. Y, al tocar el tema de “El Principito” y de su autor: Antoine de Saint-Exupéry, Alejandro Barrios Martínez (Economía, Universidad Autónoma de Puebla. Maestría en Ciencias, Colpue. Administración financiera, Universidad. De la Sierra. Académico Campus UAP Chignahuapan. Investigador de la Universidad New Castle, Inglaterra); de la manera más sencilla, firme y propositiva, nos señaló que Saint-Exupéry había estado en la Guerra Civil Española, 1936-1939.

De inmediato, me negué a aceptar tal información, ya que tengo varios lustros en darle seguimiento a la obra y vida de Antoine e insistía en compartirles su espíritu y talante de ser humano pacifista y lleno de afectos y que, de ninguna manera conocía algún pasaje en el que se mencionara tal situación. Alejandro nos insistía que él tenía un libro que registraba la presencia del francés en España. Así que, a investigar y, efectivamente, el autor de “El Principito” estuvo de corresponsal en dos ocasiones cubriendo situaciones de la guerra civil española. Una en Barcelona, donde pudo reseñar las atrocidades de los anarquistas asesinando personas sólo por ser sospechosos de fascistas. Y otra en Madrid, en el sitio que sufrió por los ataques de las tropas franquistas apoyadas por las aviaciones alemanas e italianas, con su respectiva barbarie.

Efectivamente, Saint-Exupéry fue un testigo y observador literario que, sin tomar partido por ningún bando ni de haber participado en acto belicoso y militar alguno,pudo constatar el declive del respeto a la vida del semejante y la emergencia de lo peor del ser, llamado humano que con encono, odio, sinrazón y hasta con rasgos de bestialidad gozaba y se ufanaba en la destrucción y aniquilamiento de prójimo en aras de una idea, una ideología y una mentira, como lo fue la Guerra Civil Española. Antoine recabó y fortaleció su genuino humanismo que, años después-en 1943, en Nueva York-iba a verter en una de las obras literarias más bellas, más traducidas y más leídas del mundo (se habla de ser la tercera…).

En lo que encontré, es hasta 2017 que el investigador Juan Herrero, nos comparte: “Tanto los reportajes publicados por el periódico L’Intransigeant sobre la guerra y la revolución en Cataluña, como los que publicara en el periódico Paris-Soir el 28 y el 29 de junio y el 3 de julio de 1937, con motivo de su visita al Frente de Carabanchel en abril de 1937 (durante el asedio de Madrid), ponen de relieve unas experiencias y unas reflexiones éticas y morales, a través de las cuales Saint-Exupéry fue tomando conciencia de ciertos valores de alcance universal, que se fueron convirtiendo en el núcleo más profundo de su pensamiento cuando se trataba de encontrar un sentido a la vida, especialmente, cuando hay que enfrentarse con situaciones trágicas o con grandes peligros que exigen una reacción de compromiso sin temor a la muerte. Así, por ejemplo, la experiencia vivida por Saint-Exupéry en Cataluña y en el Frente de Carabanchel le hizo tomar conciencia de la dignidad del ser humano como individuo que se construye realizando una labor con y para los demás (responsabilidad, compromiso). Para él, un individuo humano vale «un imperio». La responsabilidad compartida genera la amistad y la solidaridad entre los que persiguen (con entusiasmo y heroísmo) los mismos objetivos para construir y engrandecer a los seres humanos”.

“Pero es, sin duda, Montserrat Morata-continúa diciéndonos Juan Herrero-la persona que más y mejor ha investigado, en España, sobre la faceta de reportero o de periodista de Saint-Exupéry, unida a su sensibilidad literaria. Esto se puede comprobar en el volumen titulado Antoine de Saint-Exupéry. Aviones de papel (2016), en el artículo dedicado a su actividad de reportero en la Guerra Civil, «Saint-Exupéry, el reportero olvidado de la Guerra Civil Española» (2016), y en su estudio «La poesía en el periodismo de Antoine de Saint-Exupéry» (2015). En el artículo publicado en 2016, Morata insiste sobre el hecho de que los reportajes de Saint-Exupéry son una consecuencia de la observación y de la experiencia vivida («reportajes vividos»). Habría que añadir además que lo que se ha «vivido» necesita encontrar un lenguaje, un discurso revelador y atractivo. Morata afirma que resulta extraño que la mirada personal de Saint-Exupéry sobre el significado de la Guerra Civil haya quedado olvidada y no se mencione cuando se habla de los grandes reporteros y escritores que acudieron a conocer o a participar en esa guerra. Quizás esto se deba, piensa Morata, a que su discurso no buscaba una dimensión ideológica o épica sino una dimensión más humana y profunda”. (Herrero, J. “Cèdille, Revista de Estudios Francese”, No. 13, Abril de 2017).

“Antoine, nació en la ciudad francesa de Lyon el 29 de junio de 1900. Estudió en su país en Mans y Saòne. Luego en Friburgo, Suiza. Realizó su servicio militar en un regimiento de aviación y estuvo destinado en Casablanca. Esta estancia en Marruecos le creo el vínculo con los aviones y el desierto”.

Escribió, en 1925, “El aviador”. Tres años después publica “Correo del sur”. En esos años también vivió en Sudamérica. A finales de 1930, escribe “Vuelo de noche”. Radica un tiempo en Nueva York y ahí, en 1939, publica “Tierra de hombres” (o “Viento, arena y estrellas”). Reside una temporada en Argelia. Vuelve a Nueva York y publica el libro “Carta a un rehén” y más adelante, “El Principito”, en 1943” (Bacre, V. Milenio-Puebla”).

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