Conocí al, entonces, único Obispo jesuita en México, Pepe Llaguno (1925-1992), en la oficina del Padre Enrique González Torres. Afable, sencillo, con mirada franca, amistosa y, diría que, hasta matizada de una cierta dulzura con aires de sierra, agua, árboles y de barrancas. Vestía de mezclilla con camisa norteña a cuadros, lentes y un saludo de mano enérgico y al mismo tiempo amigable. Charlamos un buen tiempo de nuestros pueblos originarios, de sus aportaciones, sus culturas, sus luces y su problemática.
Al regreso a su diócesis en la Tarahumara (donde vivió 32 años), sólo, de tiempo en tiempo, Enrique me ponía al tanto de su vida y acciones del Obispo Jesuita en La Tarahumara, Pepe Llaguno Farías. Posteriormente, cuando viví en Monterrey contacté a sus hermanos y a la Fundación Llaguno con la que simpaticé y pude apoyarlos (este 26 de febrero se cumplieron 28 años del fallecimiento de Pepe).
En ese mismo sentido y dirección conocí también al, entonces seminarista jesuita, Javier Ávila Aguirre a) “El Pato”, Quien junto con “El Gato”, “La Misha” y Mario Ávila formaban el grupo country-rock denominado “La Fauna” que, los domingos tocaban la misa Hosanna en el seminario de la Cía. situado en Río Hondo No. 1, San Ángel donde ahora está el ITAM (este grupo tuvo influencia en Teziutlán donde los hermanos Gabriel y Rafael González Molina junto con los hermanos Francisco y Fernando Cano Oliver formaron un grupo de rock al que también llamaron “La Fauna” por la influencia de los jesuitas).
En 1975, Javier “El Pato” Ávila se incorporó a la Diócesis de La Tarahumara con el Obispo Pepe Llaguno. Desde entonces, con más de 40 años al servicio y compromiso con su Pastoral y Testimonio ha estado al lado de los propios rarámuris. Al morir el Obispo Llaguno, Javier ha seguido con los trabajos que, las instituciones y organismos fundados por ambos, buscaron el proteger, defender y salvaguardar de las agresiones y ataques del narcotráfico, ladrones y contrabandistas de la madera, de los gobiernos municipales y del propio gobernador en turno, de saqueadores, de cuerpos paramilitares y de los expoliadores de sus recursos materiales y espirituales, a esos rarámuris. Y regresando a la actividad pastoral del Obispo de la Tarahumara, Pepe Llaguno, recordemos lo que quién le trato nos dice:
“Cerca de Dios, cerca del pueblo” principal propósito y consigna de su apostolado(…) En noviembre llega a visitarlos el Padre General de los Jesuitas, Pedro Arrupe.(…) El 13 de abril es consagrado obispo de la Tarahumara, Mario por Pío Gáspari. Asistieron unos mil 500 rarámuris de toda la sierra, 80 matachines y un coro de niñas y niños tarahumaras de Norogachi (…)El primer acto del señor Llaguno, como obispo, fue la ordenación de Jesús Hielo Vega, el único sacerdote tarahumara que hasta ahora ha habido. El 26 de febrero de 1992 fallece en el poblado de Creel, Chihuahua. Al día siguiente, se le da sepultura en Sisoguichi”.