Existe un gran consenso en mencionar y aceptar la definición y acepción de cultura como “una forma de vida” o “engloba todo nuestro modo de vida, nuestra moral, nuestras instituciones, nuestras maneras de vivir y nuestras rutinas. No se limita a interpretar nuestro mundo sino que le da su forma. Es la cultura la que la vincula una a otra y hace posible el desarrollo de cada persona. También define las relaciones de las personas con la naturaleza y su medio, con el planeta y el cosmos, y es a través de ella que expresamos nuestras actitudes y creencias en lo relativo a otras formas de vida, animal y vegetal. En este sentido, todas las formas de desarrollo, incluyendo el desarrollo humano están determinadas en última instancia por factores culturales”. (Nuestra Diversidad Creativa, Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo. Ediciones Unesco. México. 1996).
En ese contexto, escribí aquí hace un tiempo para los lectores de Notivox algunos perfiles del pintor teziuteco-poblano Juan Nepomuceno María Bernabé del Corazón de Jesús Cordero de Hoyos: “Nació en Teziutlán del Carmen, Puebla, el 10 de junio de 1822. Fueron sus padres Tomás Cordero y María Dolores de Hoyos y Mier”.
“Se dice que la situación caótica del país obliga a la familia a trasladarse a la Ciudad de México. Ayuda al comercio de su papá vendiendo también mercería y bisutería. Con el fin de apoyar su marcha a Roma a estudiar pintura y arte, sus padres venden y empeñan hasta el piano acompañando sus muebles. Sus maestros de la Academia de San Carlos, Miguel Mata y Estanislao Rincón, lo apoyan decisivamente. Llega a Roma a la Academia de San Lucas, donde permanece de 1844 a 1953 con sus maestros Natal de Carta, Guercino y Silvagni”.
“Conoce al general Anastacio Bustamante, ex presidente mexicano en el exilio romano, quien al mirar su calidad y empeño, le consigue los apoyos económicos, mismos que junto con la posterior beca-pensión de la Academia de San Carlos, le permiten continuar su exitoso aprendizaje. Posteriormente es invitado a recorrer Florencia, Venecia, Roma y Ferrara, lugares en los que ya es muy reconocido. Regresa triunfante a México en 1855”. (Bacre, P.V.M. Notivox Puebla, 2012).
Señala David Alfaro Siqueiros: “Por su anhelo heroico, monumental y público, Juan Cordero es un antecedente tradicional de importancia para el presente y el futuro de la producción de las artes plásticas en México”. Por su parte, Diego Rivera menciona: “Cordero fue en el siglo XIX la primera afirmación del muralismo laico, cívico, con sentido social. Su obra fue destruida por los científicos, pero él queda como el precursor de la actual pintura mexicana. Cordero afirmó, dentro del clásico greco-romano del México sometido y semicolonial, el sentido profundo del clásico del México independiente que ahora empieza a renacer”. (Ibid).
Así,tenemos que Juan Cordero, el pintor teziuteco-poblano, fue para muchos y entre ellos para mí, “el mejor pintor del siglo XIX”, pese a todo y contra todos como bien lo señaló el investigador, historiador y documentalista, Salvador Toscano…
Víctor Bacre