A Pepe Echeverría
La Plaza-Jardín que lleva su nombre en la ciudad capital de la entidad poblana, se encuentra entre las calles 16 de Septiembre, 21 y 23 Oriente y la privada de la 16 de Septiembre, y le fue dedicada por “La Bohemia Poblana” el 26 de mayo de 1939.
Pero, ¿quién fue Federico Escobedo? Nació en Salvatierra, Guanajuato, el 8 de febrero de 1874 y murió en la ciudad de Puebla, el 13 de noviembre de 1949. De Salvatierra se trasladó a Puebla a estudiar Humanidades y Latín, en el Seminario Palafoxiano. Se incorporó a la Compañía de Jesús, de 1889 a 1899, y cuando abandonó a los jesuitas, se ordenó sacerdote con el clero secular. Hizo otros estudios en España en Oña, Burgos. Regresó a Puebla e impartió clases en la Universidad Católica Poblana y en el propio seminario. Por su obra, trabajos y publicaciones-principalmente como poeta-la Academia de la Arcadia de Roma, le otorgó el título de Arcade Romano con el pseudónimo de “TamiroMiceneo”.
Fue nombrado miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, con la Silla XII, el 14 de abril de 1917, con el discurso “Manzoni en México” que le fue contestado por José López Portillo y Rojas. En abril de 1921 fue trasladado como párroco a nuestra bellísima Iglesia del Carmen (de los pocos templos católicos de México que posee cuatro torres) ubicada en Teziutlán, Puebla, donde permaneció casi una década, quizá inspirado y contaminado por La Parrason (cúmulo de Neblinas y Niebla creada y empujada por los vientos y aires del Golfo de México que, generosos y cumplidores, la estrellan y bañan, sin fallar, a la misma “Perla de la Sierra”), y donde también escribió varios de sus poemas y escritos, más bellos de su producción.
Como ya he señalado aquí mismo, mi madre Ramona Parra Aguilar, me hizo el distinguido obsequio de regalarme el libro de Federico Escobedo, “TamiroMiceneo: Poesías”, libro valiosísimo cuyo ejemplar fue impreso en el mismo querido pueblo serrano de nuestras alegrías y cuitas. En 1923 en la “Negociación Impresora de Teziutlán F. De J. Guerrero”. Gracias a ella, a doña Monchi, poseo y guardo esa joya literaria en mi corazón y en mi biblioteca.
Dice: “Por qué amo la niebla”:
“Amo la niebla, porque en torno gira/del techo que en sus muros te aprisiona/y así las gracias mil de tu persona/hurta al ojo profano que te mira./Amo la niebla, porque en vaga espira/transparente, sutil y juguetona,/prende en tus sienes nítida corona,/y te envuelve en un manto de chaquira./Amo la niebla, porque en ella miro/de nuestro gran amor la mano impresa/y de nuestra alma el incesante giro./Y la amo, sobre todo, porque apresa,/para llevarlo a Ti, dulce suspiro/¡Con que mi ausente corazón te besa!” (Federico Escobedo: "TamiroMiceneo, Poesías”. Teziutlán, Puebla, 1923).
El libro está prologado por el rector de la Universidad Nacional, Antonio Caso, cuyo hermano, el arqueólogo Alfonso Caso (descubridor de Bonampak) casó con la teziuteca María Lombardo de Caso (así se firmaba) gran literata y hermana de Vicente Lombardo Toledano y ambos, cuñados del promotor cultural dominicano Pedro Henríquez Ureña, casado con la otra hermana, Isabel. El Totonacapan, pasando lista en la vida cultural de Puebla y México.
Víctor Bacre