El último reporte del índice mundial de la felicidad (World Happiness Report) indica que el mundo ha desarrollado una importante resiliencia para enfrentar la crisis sanitaria derivada del covid 19 y que el promedio de la felicidad se mantuvo relativamente estable a pesar de la llega de esta pandemia. Sin embargo, en la lista de este año de los países más felices, México bajó de la posición 24 en 2020, a la 36 en 2021, entre las 149 naciones que abarca el informe. Entre los diez países más felices del mundo se encuentran Finlandia, Dinamarca, Suiza, Islandia, Países Bajos, Noruega, Suecia, Luxemburgo, Nueva Zelanda, y Austria.
Por otra parte, y de acuerdo con el BIARE (Módulo de Bienestar Autorreportado) levantado por el INEGI en nuestro país sobre el promedio de bienestar de satisfacción con la vida, señala que de una escala del 0 al 10 las personas arrojaron un promedio de 8.2 en enero del 2021, sólo una décima menos en comparación con el mismo mes del 2020.
Parecieran cifras contradictorias si volteamos a ver los niveles crecientes de pobreza y desigualdad en nuestro país, los altísimos niveles de inseguridad y el creciente desempleo y la falta de apoyos gubernamentales para hacer frente a la crisis.
Habrá que analizar estas cifras con más detalle y sin embargo creo que esto se debe en gran medida a que en esta crisis hemos valorado muchas otras cosas, entre ellas la salud y la vida misma y por ello los factores materiales no son los únicos que generan felicidad entre la población mexicana.
Es la calidez de la gente, la socialización entre amigos, la fe y el sentido del humor lo que también abona a la felicidad de las personas.
Es evidente que los parámetros para medir la felicidad son subjetivos y distintos para cada persona, sin embargo, muchas veces cuando se alteran las condiciones de la vida, las necesidades se resignifican y se replantean prioridades.
Cada vez escucho más testimonios de gente que se considera feliz y que no sabía que lo era, hasta la llegada de la pandemia.
Si no podemos cambiar las cosas, lo que si está en nuestras manos es la interpretación que le damos a cada situación; esta es una buena oportunidad para replantear lo que verdaderamente es importante y trascendental en la vida de cada uno de nosotros.
Uno de los factores que más produce felicidad para el mexicano es el afecto físico, y aunque nada reemplaza un abrazo, quizá las pequeñas acciones como hacer una videollamada a un ser querido, podría hacer mucho bien. Mostrar que estamos disponibles para escuchar, para dar, para intercambiar.
Finalmente, dos de las habilidades más valiosas en la vida, y en especial en estas épocas de tantos cambios e incertidumbre, son la flexibilidad y la capacidad de adaptación. Asumamos que la única constante en nuestras vidas será el cambio, y por lo mismo en lugar de resistirlo, adaptémonos a él, modifiquemos nuestras formas de actuar con nosotros mismos y con los demás y revaloremos muchos aspectos de nuestra vida todo con el ánimo de sacarle el mayor provecho y felicidad a cada uno de nuestros días.
@VeroSanchez_TV