Todos los seres humanos pasamos nuestra vida buscando aquello que no entendemos, que no podemos describir, ni tocar, pero sabemos que es parte esencial de nosotros; el amor. El amor, ese elemento dentro de la sociedad que encuentra su máxima expresión pública en una fecha a la que llamamos - ingeniosamente- Dia del amor y la amistad. La celebración del 14 de febrero requiere preparación y cumplimiento de normas; debo comprar rosas para mi novia, debo comprar chocolates para mi novio, debo comprar ropa a mi pareja, debo enviar un mensaje a mis amigos, Ese día estamos llenos de “debos”, debo comprar, debo mandar, debo responder, debo…… y es, en esta estructura mental donde las empresas y la mercadotecnia encuentran su oportunidad para fundirse con las normas sociales, creando un campo fértil para el consumismo; el tamaño y valor monetario del regalo es directamente proporcional al amor e importancia que tienes para con la otra persona.
Para cada amor tenemos un producto diferente, lleno de creatividad e innovación que se puede adaptar al bolsillo de las personas y que también sigue normas de género y estereotipos; enviar flores, comprar globos, postales y/o chocolates, ir al cine, reservaciones en restaurantes y hasta planear viajes. Las redes sociales también han apoyado en la reconstrucción de la demostración de amor; videos tiktoks con canciones y dedicatorias para esa persona especial, Instagram y Facebook con reels sobre las sorpresas que tenemos y que cuantifican nuestro amor en función del número de likes y de seguidores, para después ser monetizado.
¿Qué es el amor entonces? La realidad es que el amor, como hoy lo entiende la sociedad, no es más que un constructo social lucrativo que puede modificarse y entretejerse de diversas maneras según la capacidad económica de los participantes; un campo social donde el capital económico encuentra mayor importancia que el capital físico, social y cultural. Tan maleable y adherente que no solo nos muestra la monetización de los sentimientos positivos- con amor- si no también de los sentimientos negativos – sin amor- donde las canciones han encontrado su mejor nicho- no es coincidencia que las canciones de Bizarrap ft Shakira y Miley Cyrus “flowers” se encuentren entre las más escuchadas, logrando que en la lista de Billboard Global, ambas se encuentran en primer y segundo lugar, y por lo tanto con las mayores ganancias; definitivamente facturan en Spotify con su despecho.
Ante una cultura de consumismo y monetización de los sentimientos deberíamos cuestionarnos sobre qué es el amor en realidad y lo que conlleva, y más allá de una idealización de novelas o ideales creados al estilo Disney, deberíamos ser capaces de deconstruir nuestras creencias para construir nuestra propia versión de amar y ser amado, si no, siempre está la opción de seguir siendo objetos que se venden en plataformas al mejor postor; no solamente define de que calidad es el amor profesado si no también cuánto vale.
Irais Arenas de Ita