Ninguna persona en este mundo es ilegal. Existen migrantes indocumentados, no ilegales. Su forma de ingresar al territorio de un Estado puede ser ilegal, sin embargo esto no constituye un delito. Su ingreso sin papeles supone una infracción administrativa, no un ilícito penal. En este sentido, un migrante indocumentado tampoco es un delincuente y tiene derecho a no ser discriminado. Los migrantes conservan derechos humanos universales, inherentes y protegidos por el derecho internacional, independientemente de la legislación interna de cualquier país.
La Carta Internacional de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU), que comprende la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y sus dos protocolos facultativos, son la normatividad general global que los salvaguarda y vela por su respeto y promoción.
Adicional a ello, es importante señalar que en México así como en muchos otros países, jurídicamente imponen el principio "pro persona". Es decir, cuando se trata de derechos humanos, jerárquicamente la Constitución se encuentra al mismo nivel que los tratados internacionales. Así en caso de controversia, los jueces y magistrados federales deberán aplicar el criterio que más los favorezca.
Según el informe de la ONU "Tendencias sobre la migración internacional, revisión 2015", México es el segundo país con mayor número de migrantes con 12 millones 339 mil 062, siendo la India el primero con 16 millones. En todo el planeta el número de personas que viven fuera de su país de origen alcanzó 244 millones en 2015, lo que supone un aumento de 41% con respecto al año 2000, ocupando Norteamérica la tercera posición con más migrantes luego de Asia y Europa.
Los derechos humanos solo pueden ser violados por el Estado, y para este caso es fundamental entender que el primero que los vulnera es el Estado expulsor. La mayor parte de los migrantes que llegan a México son centroamericanos y son de tránsito; obligados a salir de su país hacia EE.UU. al no encontrar oportunidades socioeconómicas y laborales. Quedarse en México no representa su prioridad.
Es tarea tanto del gobierno como de la sociedad cambiar paradigmas negativos en torno al migrante. Para lograr ello es indispensable modificar el discurso. Tratemos a los migrantes centroamericanos como queremos que traten a nuestros paisanos en EE.UU. Hoy el mundo requiere de unidad, pero no de una unidad nacionalista, marginal y segregativa, sino de una unidad incluyente y cooperativa en donde participen todos.