Política

Siempre ascendiendo

El pasado 7 de mayo, Nuevo León cumplió 400 años de ser declarado un estado Libre y Soberano de la Federación Mexicana, es decir, dejamos de ser provincia de la Nueva España para pertenecer a una República autónoma y libre.

Nos forjamos bajo la ideología de que al estar alejados de la capital de la República, hizo que el esfuerzo para alcanzar el desarrollo fuera mayor, por tanto, el imaginario asocia a la gente del norte como personas trabajadoras, recias, honestas; con tono de voz fuerte y firme, que muchas veces es percibido como agresivo. Y es este estereotipo el que también nos hace ver como gente inculta, que solo tiene dinero, mas no gustos ni hábitos refinados.

Muchas veces he escuchado decir, tanto a nuevoleoneses como a personas de otros estados, que “en Nuevo León no hay cultura”, haciendo una comparación con los estados del centro y sur del país, donde los monumentos arqueológicos, la variedad gastronómica, las manifestaciones y los recintos artísticos, son más y más variados.

Pero, ¿qué es cultura? En una definición oficialista, en la Declaración de México sobre políticas culturales de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (Unesco), emitida en 1982, define la cultura “como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”.

Es decir, aunque en primera instancia pensamos en cultura como las manifestaciones artísticas como pintura, música, escritura, arquitectura, la cultura también es el lenguaje, el modo de celebrar una fiesta y las motivaciones que hay detrás de ella, la elaboración de platillos, nuestra forma de vestir, la forma de bailar.

Partiendo de esta definición, las y los nuevoleoneses compartimos características que nos asemejan, nos enorgullecen, a las que le hemos dado un significado común para así identificarnos como parte de una comunidad.

Si bien no contamos con zonas tan monumentales como Uxmal, Chichén Itzá o Teotihuacán, en Nuevo León existen vestigios arqueológicos como el tablero con el calendario lunar, petrograbado que está en el ejido Presa de la Mula, en Mina. Este coincide con el periodo de gestación de los venados cola blanca y que les sirvió a los primeros pobladores del norte a planificar las épocas de caza-recolección, es decir, nos da indicios que no eran tan bárbaros como se nos ha hecho creer.

Lo que tiene conexión con nuestros hábitos alimenticios, pues en Nuevo León la dieta está basada en el consumo de carne roja, lo que puede ser porque en esta región carecíamos de la variedad de verduras y hortalizas que se cultivan en zonas más templadas. Además, en nuestra dieta utilizamos elementos deshidratados y conservados en sal, asimismo sazonamos con cominos, orégano y ajo, un tanto porque eran los productos que esta tierra nos brindaba, y otro tanto que son condimentos que se utilizan como conservadores para que los alimentos durarán más en clima cálidos como el que existe en el estado.

Otra manifestación de nuestra cultura es la música siendo las más representativas la polca, la redova, el chotís, el vals y la mazurca, tocada por conjuntos formados por el bajosexto, tololoche, acordeón y en ocasiones por un saxofón o violín. No obstante, existen otras subculturas musicales como la cumbia colombiana, originalmente instalada en el cerro de la Independencia, de la cual se deriva una forma de vestir, de bailar, de ser y que ha logrado dar significado e identidad a la comunidad, para que hoy en día sea parte de su patrimonio.

Debido a que la población nuevoleonesa está concentrada en el Área Metropolitana de Monterrey, nuestra cultura está fuertemente ligada a la industria, es por eso que somos una mezcla de costumbres, saberes, tradiciones, de todas las personas que llegaron de estados aledaños a trabajar en las grandes fábricas de la ciudad y por tanto tener que luchar por el bienestar común.

Ejemplo de ello es la comunidad La Obrerista, barrio obrero en el que se refleja el espíritu trabajador y solidario, en la que los inmigrantes se ayudaban unos con otros dando asilo a familiares o conocidos que venían a probar suerte a la ciudad. Barrio en el que aún se mantienen tradiciones comunitarias con arraigo, como la quema del Judas celebrada cada Sábado de Gloria y que hoy en día podríamos decir que es patrimonio intangible de Nuevo León. Esta actividad no solo es la manifestación festiva en la que la comunidad expresa su desacuerdo con los malos gobernantes, sino que en su organización y ejecución, vemos la cultura de la colaboración comunal en la que se lucha por la tierra, los servicios, el equipamiento, en sí el bienestar para que así como dice la leyenda que acompaña a nuestro escudo, somos una comunidad: “Semper ascendens” (del latín: “Siempre ascendiendo”).

Por Isabel C. Sánchez Rodríguez

El Colegio de la Frontera Norte-Unidad Monterrey

* Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien escribe. No representa un posicionamiento de El Colegio de la Frontera Norte


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