Política

Crisis y concentración de la riqueza

Dos crisis se concatenaron para crear la zozobra y el estancamiento económico en que vivimos: la crisis sanitaria por el covid-19 y la económica, por el cierre de empresas para evitar los contagios. Como cualquier crisis, modifica patrones de conducta y estructuras económicas que benefician a unos más que a otros. Sin desconocer que son dos crisis, escribiré solo de la económica para referirme del segundo nombre del artículo.

En efecto, desde antes de presentarse esta crisis, la desigualdad en el mundo ha sido palpable a todas luces. Según estimaciones del Instituto de Investigaciones para el Crédito Suizo, “la mitad inferior de la población mundial posee menos del 1 por ciento de la riqueza total. Como marcado contraste, el 10 por ciento más rico posee el 88 por ciento de la riqueza mundial (https://www.globalpolicywatch.org/esp/?p=595). Frente a esta concentración de la riqueza, cualquier interpretación sobre la conducta humana puede ser utilizada para entender su comportamiento.

No pocos dirán que los humanos tenemos capacidades intelectuales distintas para crear riqueza, otros más ortodoxos se asegurarán de que la productividad es muy marcada entre estratos y clases sociales, no faltará quién confirme el carácter irracional de los humanos que les impide compartirla con el prójimo, etcétera. Frente a éstas y otras interpretaciones sobre la concentración de la riqueza, a lo largo de la historia se desarrollaron escuelas del pensamiento económico.

Se pueden sintetizar en dos estas escuelas: los que están por una mejor distribución de la riqueza y los que le apuestan a la libertad individual y del mercado. Con la crisis dual que estamos viviendo hay un choque profundo entre estas dos tendencias del desarrollo y que dieron pie a la frase: “como anillo al dedo” en la interpretación del modelo de desarrollo existente en México desde la crisis de la década de los ochenta del siglo XX, cuyo resultado fue la concentración de la riqueza.

El covid-19 ingresó a México “como anillo al dedo” para demostrar las ineficiencias de un modelo de desarrollo que olvidó a los pobres, al extremo de poner en peligro la estabilidad nacional. Todos los esfuerzos por llevar un ingreso a esos sectores de la sociedad mediante los programas sociales de la actual administración tienen ese doble objetivo de mejorar el nivel de vida de los pobres, así como evitar un desborde de la inconformidad que ponga en peligro a la alta sociedad mexicana.

La crisis económica generará mayor concentración de la riqueza porque muchas personas se verán en la necesidad de vender sus empresas o parte de ellas para seguir operando, los bancos las expropiarán por adeudos no pagados; quienes posean ahorros podrán sobrevivir y esas empresas son las grandes, sobre todo transnacionales que hacen compras de oportunidad. Según el informe Oxfam sobre América Latina y El Caribe en los meses de la pandemia, “la riqueza de las personas multimillonarias de la región ha crecido un 17%, lo que equivale a 48 mil 200 millones de dólares”, por el contrario, dejará a 52 millones de pobres en lo que resta del año (https://www.animalpolitico.com/2020/07/pandemia-covid-riqueza-millonarios-personas-pobres-oxfam/).

La concentración de la riqueza con la crisis es inevitable; sus secuelas no solo se expresarán por el número de desempleados, de pobres, tendrán un impacto desastroso en las políticas redistributivas del ingreso en México porque agotarán los ingresos fiscales con el que se financia el nuevo modelo de desarrollo. La frase coloquial “como anillo al dedo” fue introducida a la discusión pública sin estimar sus efectos: con el covid-19 y la crisis económica con mayor picada del PIB en la historia, la concentración de la riqueza se hará mayor y las dificultades para mejorar el nivel de vida también.

Se necesitará una más eficiente política fiscal para ampliar la base gravable, medidas coercitivas para obligar a las grandes empresas a pagar sus adeudos fiscales, como muchas lo han hecho; sin duda, ponerle un alto a la política de austeridad para incrementar el consumo, sin el cual no hay crecimiento ni distribución del ingreso. En una economía que no crecerá por algunos años, para evitar los efectos devastadores de la concentración de la riqueza será necesario tomar parte importante de los ingresos de los ricos y distribuirlos entre los pobres, solo así se podrán reducir, que no desaparecer, los efectos del modelo neoclásico del desarrollo, más conocido como modelo neoliberal.


Salvador Corrales C

profesor investigador de El Colegio de la Frontera Norte en Monterrey

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