Celebrar cada año el momento en que Miguel Hidalgo y Costilla inició el movimiento que generó la Independencia de México, conlleva comprender el contexto social y político que existía en 1810, para así reflexionar desde la academia, sobre los motivos que detonaron uno de los momentos históricos que han marcado el rumbo de nuestro país por más de 100 años. En este sentido, desde la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UAP conmemoramos esta gran fecha al realizar un recuento que nos permita conocer las causas y contextos que nos guiaron al presente que hoy día vivimos.
De acuerdo con Antonio Gutiérrez Escudero, en su artículo “El inicio de la Independencia en México: el cura Hidalgo”, hacia el final del siglo XVIII el Virreinato de Nueva España se encontraba en su fase de máximo apogeo. Este logro fue posible gracias al impulso que generaron los reinados de a Felipe V y Fernando VI, así como el correspondiente a Carlos V. Las condiciones de una coyuntura económica sumamente favorable a nivel mundial, junto con la buena administración del virreinato desembocaron en etapas de prosperidad no conocidas por parte de España.
En los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX, la población del virreinato se calculaba en unos seis millones de habitantes, de los que aproximadamente un millón eran blancos, tres millones pertenecían a las distintas etnias indígenas y el resto estaba constituido por mestizos, negros y mulatos.
Sin embargo, los historiadores de la época como Fray Antonio de San Miguel y Humboldt, referían que las condiciones políticas y económicas estaban orientadas a favorecer a los españoles peninsulares, aquellos nacidos en España.
De ahí que la composición social de la Nueva España, distaba mucho de constituir un grupo homogéneo y cohesionado, pues había que distinguir entre españoles peninsulares y criollos, que si bien podían competir en igualdad de condiciones en cuanto a riquezas y ostentación, no sucedía lo mismo en todo lo referente a la ocupación de los altos cargos de la administración colonial, de la jerarquía eclesiástica, de la judicatura, del ejercito, por mencionar algunos.
Así, Gutiérrez Escudero manifiesta que es posible que el panorama general del virreinato hubiese continuado ofreciendo una visión de aparente normalidad si las circunstancias políticas mundiales hubiesen permanecido inalterables; sin embargo, los movimientos sociales y políticos de otros países de América advertían que cualquier modificación del statu quo podría provocar un cambio radical de la situación. Por ejemplo, durante la primera década del siglo XIX, en 1804 la colonia francesa de Saint Domínguez, en las Antillas, proclamaba su independencia tomando el nombre de Haití”. Los dramáticos y sangrientos sucesos dejaron una honda huella en la conciencia del sector dominante de la población del virreinato.
Asimismo, en ese mismo año España declaraba de nuevo la guerra a Gran Bretaña, lo que provocó que exigiera a sus posesiones ultramarinas, y en especial de México, el envió de fondos, provocando el consiguiente malestar entre la población. Adicionalmente, existieron periodos de grandes sequias, como el de 1808-1809, así como etapas de hambruna, debido al incremento de los precios de productos básicos. Resultaba evidente que el contexto perfilaba la semilla de la insurgencia brotara con rapidez, al menos en un lugar como el Bajío, donde las condiciones eran extremamente duras.
Fue aquí, además, donde surgió una figura clave en la historia de México: el conocido cura Hidalgo, reconocido como padre de la nación mexicana.
Realizar un recuento de las causas y contextos que llevaron a generar el movimiento de independencia, es una manera de comprendernos desde nuestra historia, y por tanto, comprender que fue la noche del 15 de septiembre de 1810 que la configuración de una nación estaba en ciernes, la cual sigue construyendo su propio camino, creando sus propios acuerdos y su propia identidad.
ANGÉLICA MENDIETA