Comunicar la ciencia hoy día resulta una tarea que va más allá de difundir el conocimiento por parte de los científicos de forma unidireccional, puesto que la participación y la colaboración se conforman como los paradigmas que permiten que ciudadanas y ciudadanos ya no solo se conciban como receptores de información o datos, sino como actores que contribuyen a la investigación científica a partir de sus experiencias, de sus saberes y del trabajo colaborativo que puede desarrollarse a través de procesos de cocreación, como es la ciencia ciudadana.
En este sentido, comprender a la comunicación de la ciencia desde la propia voz de los ciudadanos para los ciudadanos es una vertiente que, actualmente, entidades como la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI) han promovido a través de convocatorias que buscan que organizaciones, investigadores e instituciones educativas conciban que la relación entre científicas, científicos y ciudadanía es simétrica y horizontal.
Lo anterior exige que la comunicación deje de vislumbrarse como un proceso lineal para dar paso a la creación de estrategias de comunicación de la ciencia que motiven tanto una retroalimentación entre científicos y ciudadanos, como una comunicación de ciudadanos para los ciudadanos. Esto último igualmente exige empoderar a la ciudadanía para que se constituyan como intermediarios científicos que comuniquen la ciencia a otros ciudadanos.
De esta forma, la visión antes mencionada requiere que las científicas y científicos incluyan como parte de su formación a la comunicación intercultural ya que brinda la oportunidad de concebir que el contacto con la ciudadanía representa el encuentro de distintos imaginarios, los cuales a pesar de las diferencias pueden convivir y colaborar a partir de la comprensión de la historia y contexto del otro, así como del respeto mutuo.
Autores como Lindy Orthia, Merryn McKinnon, John Viana y Graham Walker en su artículo Reorientando la comunicación de la ciencia hacia las comunidades, publicado en 2021 por el Journal of Science Communication (JCOMM) dan cuenta de la importancia de la comunicación intercultural al especificar que existe evidencia de que las relaciones interpersonales entre científicos y ciudadanos a través del tiempo se convierte en una pieza clave para generar un interés significativo por la ciencia.
Esto mismo se refuerza en el artículo Empoderando comunidades a través de la ciencia ciudadana y la investigación acción participativa: implementación de una campaña de comunicación de la esquistosomiasis en Uganda, publicado en 2024 en Nature, el cual describe cómo las comunidades prefieren recibir información mediante medios locales y por parte de los propios ciudadanos sobre esta enfermedad parasitaria que se produce por contacto con agua contaminada que contiene larvas que penetran la piel.
De ahí que la comunicación comunitaria de la ciencia cada vez más se esté consolidando como el paradigma a seguir, de forma tal que además de permitir la difusión del conocimiento, permita que los ciudadanos trabajen colaborativamente con los científicos, desarrollen sus propios medios de comunicación, como el caso de las radios comunitarias, y a la vez desarrollen competencias interculturales que les permitan entrar en diálogo y conformar imaginarios compartidos.