Río Tula, el simple nombre actualmente nos llena de recuerdos que no conocimos. Para los que vivimos en los alrededores, lo asimilamos como que es un cauce prohibido.
Un elemento geográfico que “está ahí”, pero que existe como un vacío tóxico. Algunas personas recuerdan cuando iban a nadar en él, a pescar, cuando tenía tortugas.
Hoy es una masa putrefacta, lamentablemente, tan normal que lo vemos como parte de nuestra realidad.
La historia de la contaminación del río Tula es añeja y técnicamente compleja.
El cauce del río Tula fue ligado artificialmente a la cuenca confinada del Valle de México a través de una secuencia de proyectos hidrológicos, tan ingeniosos como infortunados, alterando los ciclos naturales del agua.
Control de inundaciones
Desde el drenado del lago de Tenochtitlan a través del tajo de Nochistongo en el periodo post-conquista, el control de inundaciones en la época colonial, los túneles emisores y estaciones de bombeo ante el hundimiento de los núcleos urbanos de la ciudad de México con la explosión demográfica del siglo XX; y hasta la actualidad, es notorio que los proyectos hidrológicos se enfocan en atender las necesidades de la capital del país, otorgando poca atención a lo que pasa río abajo: donde la actual situación de contaminación es producto de pésimas gestiones ambientales y la deficiente educación cívica.
Basta hacer una búsqueda de palabras clave en documentos oficiales recientes que analizan el problema del agua en la CdMx, para constatar que el daño colateral de la contaminación e inundaciones en Tula es totalmente irrelevante a la agenda de la zona metropolitana, convirtiendo a los subsecuentes sistemas hidrológicos en auténticas letrinas a cielo abierto. Tal como el vecino incómodo que se desentiende de sus responsabilidades una vez que sus desechos pasan al otro lado de su cerca.
Plantas tratadoras
Las plantas tratadoras existentes son meros símbolos expiatorios -y en su mayoría insuficientes u obsoletos- que pretenden mitigar el problema; sin embargo, la realidad es que los niveles de contaminación distan mucho de dar signos de mejoría.
El problema de la contaminación no es exclusivo al cauce principal del río Tula; el afluente del río Salado recibe los desechos del “gran canal” del Estado de México a través de los túneles de Tequixquiac. Asimismo, la planta industrial de Tula (refinería, termoeléctrica) contribuye a la contaminación.
Estudios recientes cuantifican de manera alarmante la presencia de metales pesados, agentes tóxicos y cancerígenos que se distribuyen a través de la extensa red de canales de riego de aguas negras, permeando en la mayoría de los municipios del Valle del Mezquital en el suroeste de Hidalgo y exponen al total de la población con el consecuente impacto en la salud.
El crecimiento poblacional de la megalópolis del Valle de México incluye ciudades y centros industriales en la CdMx, Estado de México e Hidalgo, hasta una población de 40 millones de habitantes en los próximos 20 años.
Por si no fuera suficiente tener que lidiar con pésimas regulaciones ambientales para los desechos, la Conagua tiene contemplado explotar el acuífero del Valle del Mezquital como suministro de agua potable.
Si planean invertir cantidades exorbitantes de dinero para obras de suministro, ¿por qué ignorar flagrantemente la problemática y no hacer lo propio para la limpieza de los desechos urbanos e industriales? ¿Estamos dispuestos heredar ese problema a futuras generaciones? ¿Puedes ser parte de la solución desde ahora?
Carlos Vega Ortíz