Hoy en día, más de 4 mil millones de personas en el mundo se conectan desde sus teléfonos o computadoras y absorben información varias horas al día. Facebook, Whatsapp, Instagram, YouTube, TikTok, Twitter son las redes que más ocupan el tráfico de Internet. Todos hemos visto las estrategias de monetización de estas empresas mediante la presentación de publicidad direccionada. Este proceso se realiza mediante técnicas estadísticas de Inteligencia Artificial. Todos los días, las personas toman decisiones en sus vidas a partir de esa interacción con esos algoritmos de datos. De esas decisiones (ya) no tan humanas, es de lo que hoy quiero hablarle.
Desde lo más básico como son promedios y varianzas hasta cosas más elaboradas como inferencia bayesiana y aprendizaje profundo, a cada minuto las redes sociales procesan tus likes, tus posts, ubicaciones y tiempos de uso para tratar de saber que te gusta, qué compras y con quienes te juntas. El objetivo es que, no seas tú quien decida que hacer, sino que sea tu celular quien te aconseje que hacer. Desde pedir una pizza, añadir un nuevo ciberamigo, comprar ese nuevo gadget… hasta promover tu imagen personal en videos, hacer que opines en un foro, cambiar de peinado, probar un nuevo maquillaje para ti, o encontrar pareja.
Hasta antes de la llegada de las redes sociales, todas nuestras decisiones personales siempre estuvieron relacionadas a lo local: comprabas en la tienda de la esquina, tus amigos eran los de la colonia, buscabas trabajo en tu ciudad, opinabas según tus tíos y familiares e imitabas las modas que veías en tu ciudad. Tus opciones de pareja se reducían a quienes veías en la escuela, trabajo o fiestas de fin de semana. Ahora, todo eso cambió. En este nuevo contexto, el cerebro del ser humano ya no es tan capaz de decidir correctamente entre centenas (o miles) de opciones que aparecen en Internet. Las personas que modelan las redes sociales saben esto, y saben que focalizar sus anuncios para ti es importante para que tomes decisiones… ¿razonables? Quizás. ¿Emocionalmente adaptadas a tus debilidades? Probablemente. ¿útiles para las compañías antes que para ti mismo? Seguramente. Tomar decisiones por cuenta propia ya empieza a no depender de nosotros sino de lo que nuestro celular nos muestra.
Si no le convence que la mente no toma decisiones bien ante la abundancia de la información, solamente eche un ojo a la cantidad de noticias falsas que constantemente se distribuyen en Internet. Cuando un cerebro está “saturado” de información, cree que la información es cierta y que es “correcto” compartir esa información. En la antigüedad, avisar al ver un animal grande era útil para conseguir comida o bien, alejarse del peligro. Pero ahora, con un mar de información es ponerle una prueba muy grande a nuestra mente. Cuando la información es demasiada, se decide sin pensar.
Hoy podemos asegurar que nuestras decisiones ya no son nuestras: las computadoras y sus análisis de datos influyen en nuestros pensamientos ¡sin siquiera habernos convertido en androides! Solamente vea que las personas le preguntan a “Google” por aquello de lo que no saben, comparten, likean y “deciden” a partir de lo que vieron en la red social.
Elías Ruiz Hernández