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Amenazas creíbles

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Hasta ahora es una amenaza, pero la semana que entra puede dejar de serlo. Hay quien sugiere que la amenaza es poco creíble, yo difiero. Considero que el presidente de Estados Unidos no es un aliado del comercio y sus posiciones sobre este tema, como en muchos otros, son radicales. La semana pasada anunció una nueva serie de aranceles a todos los productos que Estados Unidos importa de México empezando con una tasa de 5% a partir del 10 de junio, hasta alcanzar 25% en octubre.

El anuncio llegó justo cuando se empezaban a ver algunas señales alentadoras para la aprobación del nuevo tratado comercial. La semana previa, Canadá empezó con los trámites necesarios en el Parlamento; el jueves pasado, México hizo lo mismo y ese mismo día el presidente de Estados Unidos mandó al Congreso la documentación necesaria para empezar el proceso legislativo, que de cualquier manera no se veía fácil por no ser prioritario en la agenda de ese país. Unas horas más tarde lanzaría la amenaza a través de un tuit.

El presidente Trump revuelve peras con manzanas. Exige que México ponga medidas más estrictas que impidan la migración hacia Estados Unidos, aunque no pone ningún objetivo específico, y amenaza con medidas comerciales. En los tuits subsecuentes pasa de la migración a las drogas y al respeto con el que los otros tienen que tratar a los Estados Unidos. La amenaza fue sorpresiva e incluso de quedarse en ese nivel, como amenaza, parte del daño ya está hecho. La confianza sobre la inversión extranjera y nacional ya ha sido dañada y la probabilidad de que el TMEC sea aprobado en el futuro cercano disminuye aún más.

Para poner la magnitud de la amenaza en perspectiva es importante recordar que las exportaciones representan 35% del PIB de México. 80% de las mismas se dirigen a Estados Unidos y la gran mayoría —90%— son de productos manufacturados. Trump pierde de vista que de cada dólar que México exporta a Estados Unidos, 40 centavos son de contenido estadounidense. No estamos hablando de economías que comercian primordialmente bienes finales, nuestra sociedad consiste principalmente en la integración de cadenas productivas.

De concretarse la amenaza, sin duda habría un impacto en precios que afectaría a los consumidores estadounidenses. No será de la magnitud del arancel, puesto que algo sería absorbido por los productores. Pero los efectos sobre la economía mexicana llegarán más pronto que tarde. Es probable que la inversión, que ya se encuentra deprimida, sufra por dos vías: por la pérdida de certidumbre ante las reglas del juego (¿de qué sirve un tratado si los aranceles se imponen bajo argumentos de seguridad nacional?) y por la búsqueda natural de bienes sustitutos más baratos en los Estados Unidos. También es posible que, ante la disminución en la inversión, las empresas mexicanas se vean en la necesidad de despedir trabajadores, lo que aumentará la presión sobre el consumo. Si además vemos efectos en el tipo de cambio, la inflación también se vería afectada. Las perspectivas de crecimiento para este año de la economía mexicana no son halagüeñas. Estas amenazas las disminuyen todavía más. Una estanflación puede estarse cocinando. Estancamiento con inflación no es un buen escenario.

@ValeriaMoy

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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