El verdadero soldado no lucha
porque odia lo que tiene delante,
sino porque ama lo que tiene detrás.
G. K. Chesterton
En la sesión de Cabildo del Ayuntamiento de Guadalajara del jueves 30 de julio del año en curso, en uso de la palabra, el Presidente de la Comisión Edilicia del Centro Histórico y Barrios Tradicionales, Jesús Hernández Barbosa, ofreció a sus pares un breve discurso al que intituló ‘Fray Antonio Alcalde, pandemias y remedio.
En el exordio hizo pública una efeméride que no puede pasar inadvertida, que “[e]l 12 de diciembre del 2020 comenzará la cuenta regresiva del aniversario 250 del arribo a Guadalajara […de] este tapatío por adopción, que dejó entre nosotros un legado que el paso del tiempo lejos de borrar, ha ido consolidando: el hospital más grande que en su tiempo hubo en América y la segunda y última Universidad establecida en lo que entonces se denominaba Nueva España, una de cuyas cátedras fundacionales fue la de medicina”.
Ya en el desarrollo de su exposición “dada la situación pandémica que vivimos”, quiso subrayar “las circunstancias que hicieron posible estas obras: la escasez de alimentos que provocó en 1785, la pérdida de las cosechas de cereales y las subsecuentes enfermedades endémicas, gastrointestinales y pulmonares, tan parecidas hoy al covid 19”.
Ellas fueron, en sus palabras, “un proyecto integral que no se redujo a construir un hospital grandísimo, sino que lo dotó de recursos suficientes para su sustento: el importe del arriendo de mil de las viviendas que componían las ‘cuadritas’ del barrio del Santuario de Guadalupe y formando parte integral de él, una escuela de medicina, enfermería y farmacéutica, un jardín botánico con plantas medicinales y el primer cementerio suburbano de Guadalajara, de Belén o de Santa Paula”.
Novedoso en su discurso fue aclarar que no sería posible entender “de forma cabal el legado alcaldeano, si no se toma en cuenta la franca colaboración que siempre hubo entre él y el equipo de Regidores de aquel tiempo, para alcanzar la prosecución del bien común”.
Según las cuentas del orador, este engarce social descansó en el “[d]iálogo directo y claro por parte de este Ayuntamiento” con quien administraba la cuarta parte de los diezmos de su grandísimo obispado; en la “colaboración” que le brindó al benefactor el sobredicho Ayuntamiento, cediéndole de los terrenos bajo su cargo donde “construir un barrio modelo por su calidad de vida y el nosocomio que hoy lleva en su honor el nombre de Antiguo y Benemérito Hospital Civil Fray Antonio Alcalde”.
De ello nos queda, concluyó el orador, “saldar nuestra deuda de gratitud a la persona y el reconocimiento a su legado en el Paseo Fray Antonio Alcalde”, fomentando “el diálogo y la concordia institucional en estos tiempos difíciles” apegando la gestión pública a dos ejes netamente alcaldeanos: honestidad y transparencia.