Cultura

Estas ruinas que ves, o de lo que persiste del Patrimonio Tapatío

  • Vesperal
  • Estas ruinas que ves, o de lo que persiste del Patrimonio Tapatío
  • Tomás de Híjar Ornelas

Parafraseando a Rodrigo Caro, que teniendo a la vista las ruinas de Itálica, en la circunscripción de Sevilla, compuso hace unos 400 años el poema que comienza con los versos “Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora / campos de soledad, mustio collado, / fueron un tiempo Itálica famosa”, nuestro Jorge Ibargüengoitia creó la obra con la que obtuvo en 1975 el premio internacional de novela ‘México’, estupendo inicio a una serie de cuatro títulos de ese género narrativo en los que sirve de escenario o marca de agua su natal y vetusta ciudad minera, Guanajuato, al enérgico contraste de argumentos tan dispares como los que usó para Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los pasos de López (1981), donde su fina causticidad e ironía pudo desafiar en tiempos aún complicado para ello, el chato panorama de la literatura en México, a los pies del corporativismo clientelar al que la sometió, con prebendas, el ogro filantrópico o sistema político mexicano, pingüe para sus incondicionales, tacaño y algo peor para sus malquerientes.

Evoco lo anterior luego de hacer una lectura atenta al oficio que dirige quien encabeza en este momento el Gobierno de Jalisco, el ingeniero civil Enrique Alfaro Ramírez, a otro funcionario público del ámbito federal de ese mismo gremio, el Secretario de Comunicaciones y Transportes Jorge Arganis Díaz Leal, respecto a los “daños estructurales ocasionados al Templo de San Francisco de Asís”.

El monumento, joya del barroco novohispano, se edificó hace 350 años, estuvo a punto de ser demolido en 1936 luego que manos criminales le pegaron fuego para conseguir tal propósito, ubicado como estuvo en la zona más cotizada de la capital de Jalisco en ese tiempo y hoy en el más deplorable abandono. Ahora se encuentra partido en cuatro, paradójicamente, luego de aplicarle a sus cimientos un mortero que cargó a su base un peso que provocó a su estructura daños mayúsculos.

El oficio, dimanado del despacho del Gobernador bajo el número de protocolo 031/2021, con dictámenes periciales a la vista pide que considerando lo extremadamente precario de la cimentación actual respecto a las dimensiones y materiales constructivos del monumento, a lo endeble del subsuelo en el que se apoya y la cercanía a mantos freáticos tan propios del Valle de Atemajac, se apuntale su estructura, se recimiente en su totalidad y se liguen sus fundamentos mediante zapatas continuas y profundas, todo lo cual implica un “diagnóstico del estado actual de la superestructura” y de la cimentación, proyectos para reforzar la superestructura y la cimentación, el reforzamiento de todo ello y la ejecución de los mismos.

Dado este primer paso, al Gobierno de Jalisco le compete ahora solicitar a la misma instancia otro tanto respecto al resto de los monumentos que están al filo del Paseo Fray Antonio Alcalde: el tambaleante Edificio Plaza, el Sagrario Metropolitano, la Catedral, la Casa de los Perros, el Santuario de San José de Gracias y el de Guadalupe, antes que lamentar, como Rodrigo Caro, lo que quedó de la monumental Itálica: escombros y víctimas…

Tomás de Híjar Ornelas


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