Política

Tiempo bastardo

  • Me hierve el buche
  • Tiempo bastardo
  • Teresa Vilis

Uno se pasa media vida creyendo que tiene tiempo. Lo gasta como si le sobrara, como si fuera recargable, como si después hubiera otro rato para todo lo que no se hizo hoy. Un día, sin previo aviso, el cuerpo deja de responder igual. Ahí empieza la jodida conciencia del tiempo: en las rodillas que truenan, en la flojera de salir de noche, en la cruda que dura tres días. Y ya está. El tiempo te alcanzó.

Nunca he sabido comportarme como se espera de una señora de mi edad. No me interesa. Sigo jugando, sigo diciendo tonterías, sigo perdiendo el tiempo con un entusiasmo inquebrantable. El deber ser nunca se me dio. Hago lo que puedo con lo que tengo y sí, hay algo que no pude hacer: atrasar el tiempo. Detenerlo. Fingir que no está pasando. Porque pasa. Pasa aunque cierres los ojos, aunque no mires el calendario, aunque te pintes el pelo y te compres cremas carísimas. Pasa igual.

El otro día, en la comida del trabajo, un compañero dijo —como lo dice todos los días— “ya estamos grandes”. Lo dijo como si hiciera falta recordarlo. Luego me miró: “Tú no te ves de tu edad”. Le respondí: “¿Y qué más da?”. Porque de verdad, ¿qué importa? La apariencia no detiene nada. A estas alturas no me preocupa si me veo joven o no. Lo que siento es que la vida se está acabando demasiado rápido.

Esta edad, los cuarenta y muchos, es como estar parada en un puente con vista a los dos extremos: lo que querías ser y lo que ya no vas a alcanzar a ser. Te llegan unas ganas tremendas de hacer cosas nuevas, de intentar otra vez. También estás tan cansada que a veces piensas que ya estuvo. Que si todo terminara hoy, tampoco estaría tan mal. Es un vaivén: un día quieres correr, al otro no quieres ni levantarte. En el fondo, sabes que no es depresión ni crisis: es tiempo. Eso que antes ni veías venir y que ahora te respira en la nuca todos los días.

Ves a tus cantantes favoritos con cara de abuelito, lees las noticias y no comprendes mucho de lo que pasa, la música que te gusta solo la puedes escuchar en tu propio playlist. Tus ídolos se están muriendo y tú sigues aquí, con la espalda adolorida y las ganas rotas, preguntándote cuándo fue que todo se largó tan rápido al carajo. Nadie te avisó. Todos ocupados vendiendo la mentira de que envejecer es maravilloso, como si los achaques fueran señales de plenitud. No es que me deprima, es que me indigna. Además de estar más cerca del final que del principio, una tiene que ver pasar a los más jóvenes sin poder advertirles del desastre que se viene. No les importa.

La juventud es una trampa. Una broma que dura apenas lo que tarda el cuerpo en oxidarse. Y el tiempo, ese cabrón, nunca fue tuyo. Solo lo alquilaste para un rato, sin imaginar cómo te lo iban a cobrar, en un abrir y cerrar de ojos. Me hierve el buche.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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