A casi nadie le queda duda que el 14 de febrero, llamado “Día del amor y la amistad”, es una fecha impulsada por la mercadotecnia, pero el mayor problema que genera tal celebración no es el consumismo, sino la reafirmación de un estereotipo generador de violencia.
El amor como lo conocemos actualmente, es una invención cultural que tiene escasamente 200 años de existir. Antes del siglo XIX, las uniones maritales en la cultura occidental nada tenían que ver con los sentimientos, ni siquiera con la atracción sexual. Cada matrimonio se arreglaba a partir de lo que convenía tanto al hombre, como a la familia de la mujer (no a la mujer por sí misma) Y desde esa época todavía nos llegan conceptos como la dote, la “tradición” de que el papá de la novia pague toda la fiesta de bodas, o el considerar “mala suerte” que el novio vea a la novia antes de la ceremonia (porque anteriormente no se conocían hasta el justo momento de casarse, y si se veían antes y había desagrado, existía el riesgo de romper el acuerdo de matrimonio).
Conforme la emancipación de las mujeres se fue desarrollando, había que mantener la estructura familiar con una nueva atadura hacia las mujeres y los hombres: el romanticismo, que surge como una corriente cultural integral, pero que en la actualidad sólo prevalece la peor parte: La irracionalidad, la creencia de que una relación debe basarse exclusivamente en el amor, y de que este sentimiento está alejado de todo raciocinio, pues está estrictamente basado en las emociones, y en la atracción física y sexual. En nombre de ese amor no intelectualizado, muchas parejas aguantan toda clase violencia, ya que la confunden con intensidad, arrebatos y con pasiones descontroladas.
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