Llevo ya semanas discutiendo con decenas de personas, algunas muy ilustradas y otras simplemente enojadas, respecto a un tema que pareciera que realmente estuviera arruinando el modo de vida de tantos: la diversidad en el casting.
Pereciera que ese es el único parámetro para amar u odiar un título muy esperado, mucho antes de que salga.
Y bueno, lo entiendo cuando una serie como Vikingos, solo por poner un ejemplo, que no está jugando con fantasía mágica o siquiera con una ficción de origen, de pronto te pone a alguien que claramente es de otra etnia.
Ok, no es documental, pero sí es apegado a la realidad que pretenden mostrar. ¿Pero en las fantasías? Donde no nos cuesta trabajo creer en dragones, orcos, princesas de hielo, droides emocionales y vidas que duran siglos y siglos, ¿de verdad afecta tanto a la historia la pigmentación de la piel de quien haga el personaje?
Entiendo que todo este asunto es parte de una discusión mucho más grande y profunda. Que lo que muchos llaman “la izquierda radical” de Estados Unidos se ha ido a un extremo de corrección política tal que están perdiendo la razón. Ya no digamos quienes quieran estar con ellos.
Hollywood, sin duda alguna, ha sido identificado como gran parte de ese problema, pero muchas veces hay que utilizar el criterio personal para identificar lo que es una reparación histórica, aunque sea en una representación, y lo que es la soberbia de querer callar a quienes no están de acuerdo pro la razón que sea.
Pobres directores de casting, tienen el peso de los dos extremos encima, cuando solo deberían preocuparse por encontrar a la mejor persona para interpretar al personaje.
@susana.moscatel