Oigan, ¿se han dado cuenta que la gente nunca está contenta con el Oscar? Bueno, claramente hoy en día nadie está contento con nada, y no se pierde la oportunidad de pelear y discutir en redes sociales. Pero ahí les va un poco de perspectiva sobre la ceremonia –no de las cintas en sí– que la ha vuelto el perfecto canal para que millones de personas alrededor del mundo amen odiarla.
Primero que nada, es verdad que la calidad de las cintas electas, el trabajo cinematográfico y la narrativa de muchas de ellas no suelen ser las mismas que antes, la gente ya no corre al cine a verlas. Como nos dijo en su momento Guillermo del Toro respecto a su propia cinta este año, debe haber un pacto entre el cineasta y el público. Uno que requiere tiempo y calidad de atención. ¿Quién está dispuesto a dejar su celular estos días por más de dos horas? Y eso es con las cintas nominadas, porque la ceremonia, en su esfuerzo por ser más y más corta, no hay año que no meta la pata de manera monumental.
El rating cae por muchas razones. Que si hay conductor, que es poco divertido, que si organizaron mal las categorías o que si, como este año, le están faltando el respeto a muchos por no tener todas las categorías en la ceremonia. Siempre hay algo. Mucha gente dice que “ya no tiene cable” y no sabría ni dónde verla en vivo. Y por último, esta rifa del tigre se complica cada vez más, porque no se logra sacar a la política del entretenimiento. Y miren que quien les escribe ama más que nada el humor político, pero estamos tan divididos y enojados que el Oscar debería dejar que solo las películas hablen por él, al menos, un rato.
Susana Moscatel
Twitter: @susana.moscatel