Instagram decidió bajar de su plataforma fotos sexys de Madonna. Eran imágenes donde se violaban las reglas del espacio por mostrar su pezón y al comentar el punto sentí un curioso déjà vu. De pronto viendo con un grupo de amigas el libro Sex que la Reina del Pop lanzó en 1992, donde se mostraba todo tipo de imagen erótica protagonizada por la cantante. Ya habían pasado los tiempos de “Like a Virgin”, la primera vez que la Iglesia católica en todo su esplendor le hizo el favor más grande del mundo a la cantante al condenarla. Hasta la fecha es un caso de estudio en las escuelas de comunicación y mercadotecnia. Obviamente les salió mal la jugada, porque claramente solo fue incrementando la popularidad de la cantante. Pasaron los años y Madonna, entre una que otra aparición en el mundo de la pureza, ya no pareciera ser semejante tema de controversia, al menos no de ese tipo.
Pero claro, ¿para qué quiere uno al Vaticano cuando existe Meta? Así es, el nuevo nombre de la compañía que engloba Facebook, Instagram y WhatsApp bajó las imágenes de Madonna causando un pequeño revuelo que sabe a doctrinas muy superadas del ayer. Lo curioso no es si deben o no bajar esas fotos: tienen derecho absoluto a tener sus reglas comunitarias. Pero el tema es que si no aprendieron la lección de la reina de la reinvención es porque no se estaban fijando. En muchos sentidos las redes sociales ahora gobiernan ese artificial sentido de la moralidad que antes solo recaía en la religión organizada y nadie mejor que esta fantástica mujer para subrayar el tema: ¿Quién está cumpliendo qué función en lo que a las instituciones se refiere en esta sociedad? La respuesta, me parece, queda muy clara y abre muchas conversaciones.
Twitter: @susana.moscatel