Parece que fue ayer cuando series como House of Cards y Orange is The New Black nos tenían impactados no solo por su valentía narrativa y calidad de producción, sino por el hecho de que llegaban directo a donde estuviéramos con una cosa que se llama streaming.
El terror de los cines cuando empezaron a hacer películas fue legendario (y bastante entendible), y la carrera de lo que hoy conocemos como la competencia dio lugar a una especie de “época de oro” para miles de productoras que jamás hubieran podido entrarle, o a la tele abierta o al sistema de estudios cinematográficos.
Hoy, con la noticia de que Netflix abrirá dos “casas”, una en Pensilvania y otra en Texas, podríamos estar viendo el primer paso de la segunda conquista de la empresa que nos hizo creer que ya no había para qué salir de casa para entretenernos.
¿Qué son estas “casas”? Muy grandes distritos de compras, experiencias e interacción con los títulos de Netflix. Han sido muy claros en que esto es solo llevar sus famosas apariciones de experiencias pop up a un solo lugar. Un paso más en la mercadotecnia.
Honestamente, entre tantos programas de cocina para los restaurantes, oportunidades interactivas como La casa de papel o El juego del calamar y un millón de productos posibles, no lo sé, creo que en Disney y en Universal seguramente estarán más que pendientes de cómo se va desarrollando esta nueva —aunque no la llaman así— línea de negocio con las marcas de Netflix. Sé que yo lo estaré.
