Hace unos pocos años, cuando quien les escribe estaba en la escuela, tenía un pleito casado con mis queridísimas amigas de la fiesta. Yo estaba obsesionada con “Bohemian Raphsody” de Queen y ellas con “No podrás” de Cristian Castro. Los pleitos no tenían fin, ya que solamente se podía escuchar una de esas dos canciones si nosotras teníamos control de la casetera (sí, de la casetera. Tomen un momento para la necesaria carcajada y sigan conmigo por favor).
Por supuesto que en la insufrible y recién descubierta soberbia de la adolescencia no me quedaba la menor duda de que no había nada que discutir y que yo tenía la absoluta verdad musical de mi lado. Ahora, con la aún más insufrible insolencia de los años, y aunque evidentemente tenía razón respecto a que Queen nos regaló una serie de obras maestras para la vida y la humanidad, debo recapacitar un poco. Cristian Castro no era un fenómeno que pasaría en cinco minutos, como vaticinaba. No era simplemente la versión comprimida de Luis Miguel. No era la tecnología la que hacía que su voz sonara así. Y para bien o para mal, su música nunca más dejaría nuestras vidas. No era un flamazo más de Siempre en domingo, pues.
Y así llegamos el martes por la noche al Voila, en Polanco, a ver la presentación de su primer disco inédito en casi ocho años. El disco que lo regresó con el hombre que lo tuvo en raya por tanto tiempo (y que cómo le hizo falta cuando se alejó) Darío de León. La apuesta de un cantante que ya no es para adolescentes enardecidas, sino para quienes aún tienen nostalgia por los tiempos en los que habían grandes baladas, buen pop con voces importantes. Llegué con mis dudas, con mi equipaje emocional del ayer, pero de buenas. Salí todavía de mejor humor.
Miren, no sé en qué esté realmente Luis Miguel estos días. Sé que Enrique Iglesias en vivo es una burla para sus fans (si de cantar se trata), sé que Emmanuel y Mijares son un enorme éxito con quienes crecimos con ellos, igual que Pandora. Sé que mi generación es maravillosa para ese mercado de los shows en vivo porque ya no tenemos que pedirle dinero a nuestros papás para ver el show y la nostalgia nos consume.
Lo que no sabía es que después de hacer locura y media, hacernos reír sin control con lo poderosos que resultaron los locos genes de su padre y parecer que estaba hasta un poquito fuera de sí, regresó un Cristian Castro con una espectacular voz, una fantástica selección de temas y una actitud sobre el escenario (al menos en el showcase que vivimos) que hace que quieras que le vaya bien. Y estoy segura que ese será el caso.
Cristian sabe que no puede cantar pocas canciones nuevas sin regalarnos algunos éxitos del pasado, pero debo decir que siento que se recuperó un poco de lo que habíamos perdido entre dj, pop de molde de galleta y música escrita específicamente para que nuestro cerebro nos engañe haciéndonos pensar que nos gusta, aunque sea la misma mezcla de siempre.
No, Cristian Castro aún está muy lejos de tener su “Rapsodia Bohemia”. A estas alturas hasta ridícula me parece la batalla que libré de adolescente contra mis amigas. No venía al caso. Lo que sí les puedo decir es que si sigue así esperen un muy agradable y exitoso resurgimiento de un artista que ya cumplió 25 años de carrera. Eso no ocurre sin que haya algo más que una madre famosa, un Raúl Velasco o un ejemplo como Luis Miguel (entonces) con el cual comparar. ¡Bien por el Gallito feliz!
¿En serio?
¿No funcionó el regreso de Los Muppets pero regresan los Muppet Babies? ¿No pueden dejar en paz a Thalía con lo de Trump? ¡No hizo nada!
Twitter: @SusanaMoscatel