Sí usted se llama Stephen King, LeBron James o Chumel Torres, tiene millones de seguidores en Twitter y aseguró que NO pagaría por lo que ya se considera una inútil verificación que se puede comprar, lo más probable es que Elon Musk le invite el viaje. Sin embargo, esto no parece salir del deseo de ser amable con nadie, más bien con el hecho de que Musk sabe muy bien que quienes tenemos esa palomita somos objeto de burla (con razón) por pagar por algo que ya teníamos y que no sirve para demostrar la identidad de nadie a estas alturas.
Pregúntenle también a William Shatner, quien asegura a gritos que él no pagó. Eso es porque en la leyenda que aparece junto a esa palomita dice que “esta cuenta está verificado porque se suscribió a Twitter Blue”. Es un nivel de ser troll que raya en los extraños límites de la legalidad, y está simplemente causando más caos y confusión de lo que ya era de por sí una aparente comedia de enredos digitales.
King, por su parte, le propuso a Musk que mejor done lo que está pagando de su bolsa para que tenga esa tan denostada verificación a una fundación que está ayudando a la gente de Ucrania, así que el trolleo va y viene bien y bonito, pero más allá de ser un extraño fenómeno social, un juguete de 44 mil millones de dólares que Musk compró a la mala y ahora quiere obligar a que todos paguen por usarlo. Pero dentro de todo este caos que se está generando en la era de desinformación, hay una decisión que parece tener buenas intenciones desde el centro de control: personalidades fallecidas como Kobe Bryant o Anthony Burdain han vuelto a tener su verificación, por la cual claramente nadie pagó.
No sé si es una inusual señal de respeto por parte del multimillonario o solo una movida inteligente para que nadie usurpe esos nombres, causando aún más indignación en un extraño mundo virtual en el que nos toca, por decisión propia, vivir.