Tanto se ha dicho sobre Michael Jackson que muchos ya casi olvidamos todo lo que ocurrió antes de su muerte, ayer hace diez años. Sin embargo, más allá de agregar halagos o agravios a la memoria del Rey del Pop, quiero contar cómo ese día cambió nuestra forma de comunicarnos para siempre. ¿Han oído de la gota que derramó el vaso? Pues en cuanto a cómo consumimos nuestra información, ese fue el día que revolucionó la realidad para millones de nosotros.
Cuento la historia desde la perspectiva de la redacción de MILENIO, porque es la que nos tocó vivir a nosotros, pero millones de personas tienen su propia versión exacta de dónde estaban y qué estaban haciendo cuando murió Michael Jackson. Estoy segura de que ustedes se acuerdan también.
Primero que nada no podemos olvidar que esa mañana había muerto la espectacular y, hermosa Farrah Fawcett, Ángel de Charlie, ídolo sexual y el poster perfecto de los años ochenta. En ese entonces llevábamos pocos meses editando la sección, ¡hey! y recuerdo el acelere, drama y triste emoción de nuestro coeditor, Salvador Velázquez, al respecto. Así ha pasado el tiempo, Salvador ya no está con nosotros tampoco, pero cada vez que recordamos este tipo de anécdotas les juro que puedo oír su voz, recordar cómo se ponía rojo por la pasión del breaking news y sus animadas discusiones con nuestra otra coeditora Adriana Jiménez respecto a cómo hacer la portada de una página completa haciéndole el mejor tributo a Farrah. Todos queríamos hacerle justicia. Y luego se murió la más grande estrella de música de todo el mundo.
Ya existía Twitter, pero ese fue el día que millones de personas lo descubrieron y también fue el día que colapso por primera vez. Todos querían la información y nadie más que un portal TMZ la tenía. Y Twitter, claro. TMZ sí había reportado la nota de Michael Jackson desde la aparición de una ambulancia afuera de su casa y muchos estábamos pendientes, aún sin saber si era solo un portal de chismes sin sustento o si era un espacio de notas muy escandalosas, pero periodístico.
Pues le duela a quien le duela resultó ser lo segundo. Hasta la competencia de TMZ, Perez Hilton, se había burlado de su aseveración respecto a la muerte de Jackson. Recuerdo que regresé corriendo de una proyección de medios de una versión más de La era de hielo directo a la junta editorial donde tuve, yo todavía nueva en el periódico, que decir que deberíamos estar listos porque TMZ sería asqueroso, pero no solía fallar. Aún no se subían de inmediato las notas a la red y había un poco de tiempo para tener prudencia. Si eso hubiera ocurrido hoy, ya me imagino el estercolero de especulaciones que habrían competido por los clicks. Dígamos que la muerte de Michael Jackson, en cierta forma, también fue el banderazo oficial para la era en la que vivimos respecto a la verificación informativa.
En fin, lo que vino después fueron todos los medios sobre la materia. Recuerdo que yo estaba en Tv Azteca (tenía un programa ahí en esos tiempos) el día de su funeral y como Televisa empezó a transmitir horas antes, de pronto ahí me encontré sola al aire, hablando y hablando solo con la imagen de una “limo” negra seguida por un helicóptero. Fue eterno y cuando llegó Esteban Macías corriendo a acompañarme al aire respiré al fin.
Al día siguiente todos andaban presumiendo quién tuvo más rating en su cobertura. Yo tenía migraña.
En fin, el legado musical de Michael Jackson es innegable. Sus controversias, terribles e interminables. Siempre habrá algo que contar. Pero hoy elegí recordar cómo fue que su muerte cambió para siempre nuestra relación con la información. Y le quitó su momento a Farrah Fawcett.