Televisa y Netflix tienen cada uno su serie de Vicente Fernández, y con esto no me queda la menor duda: comienza una nueva era de competencia frontal que va a utilizar todas las herramientas nacionales e internacionales a la mano para ganarla. Sabemos bien qué temas le interesan a la gente y cuáles no. También sabemos perfectamente que por años era solo Televisa la que tenía la posibilidad de hacer llegar estas historias a millones de personas.
Ese ya no es el caso. Netflix ha dejado claro que viene por ese mercado, y con ello tendrán que aprender de la idiosincrasia que aprendemos día a día de nuestros mandatarios electos: la ley es un asunto bastante flexible cuando de ciertos temas se trata.
Si bien entiendo, el deseo de la familia Fernández es tener control sobre la narrativa de su patriarca; no es lo mismo una marca registrada que una narrativa de alguien que todos, absolutamente todos, conocíamos.
Entiendo bien el hecho de que una biografía de la escritora Olga Wornat, en la que se basa la serie de Televisa, no va a contar la historia que los Fernández quisieran perpetuar necesariamente.
Netflix y Caracol (Colombia) tienen la historia oficial, ya sea a su favor o en su contra, cuando ya estamos en el tema y escuchamos historias serias como: “Se esta violando la libertad de expresión, o la propiedad intelectual”, hay que detenernos un segundo. Porque al final del día, lo que realmente estamos discutiendo una vez más es ¿quién tiene el derecho a contar qué historia? En lo personal, me interesa mucho ver ambas versiones. Y lo demás que se decida conforme a la ley, sin duda, porque eso no lo vemos mucho en acción en estos días.
@susana.moscatel