A quienes nos acusan de que queremos salirnos de nuestra esfera, respondemos que nuestra esfera está en el mundo.
Hermila Galindo
Confinadas a hacerse cargo de los asuntos familiares —como se les quería—, irrumpe durante la primera década del siglo XX la subversiva Hermila Galindo, quien cobrara notoriedad entre las filas masculinas constitucionalistas no solo por sus habilidades de taquígrafa y oradora, sino por el calado de sus ideas y activismo en la lucha por la reinvindicación de las mujeres.
Su arrojo la llevó a plantear, en el Primer Congreso Feminista de 1916, temas como el “instinto sexual” femenino que escandalizaron a la audiencia al grado de tacharla de “inmoral”. Hoy el nombre de Hermila Galindo Acosta está inscrito en letras doradas en la Cámara de Diputados y Diputadas. Poco a poco, gracias a la labor historiográfica de otras mujeres las vamos sacando del olvido en que las tuvieron —ellos—, para con toda justicia reconocerlas junto a otras impulsoras del voto femenino en México, como Elvia Carrillo Puerto, Cuca García, y Amalia Castillo Ledón, en su labor de impulsoras indiscutibles en la construcción democrática en el país.
De esto hablamos también, el pasado 8 de noviembre al clausurar la exposición “Mujeres y democracia, el voto de las pioneras”, luego de ocho meses de puesta en el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas de Guadalajara (MUPAG), y en ocasión del 71 aniversario del sufragio femenino. Digo también, porque igualmente hablamos de la violencia no solo política de la que fueron objeto en sus afanes —ellas, sufragistas—, por hacerse de una voz propia e incidir en la esfera pública. Su atrevimiento les valió el estigma, la discriminación, la burla al grado de lo caricaturezco, tal y como lo publicaron, dos de los principales diarios tapatíos que evidenciaron la idiosincracia de la época, y por supuesto, de los escribientes —ellos—, al calor la reforma de 1953: “mujeres gimientes”, “ahora sí, las mujeres ya traen pantalones”, y así, otras linduras de titulares, editoriales y columnas de opinión, que bajo el trabajo curatorial quedaron literalmente expuestas en el MUPAG.
Llama poderosamente la atención, que justamente estos días en que tres destacadísimas mujeres aspiran al cargo de rectora de la Universidad de Guadalaraja, si bien, desde el ámbito peridodísitico algo le han avanzado —ellos— al abandonar el tono socarrón y burlesco, ¡nómas no entienden que no entienden! Y es que, ¿se imaginan que las sufragistas se hubieran “autodescartado” de sus aspiraciones y de sus luchas porque “tienen un problema familiar”?
Apréndanse esta máxima feminista que ayuda a sacudirse el patriarcado, señores: ¡lo personal es político! Y no, no se rompen techos de cristal como quien repite una frase hueca y pretende demostrar que, ahora sí, ya comprenden las causas de las mujeres, cuando lo que afloran son sus machismos y sus micromachismos. Mara, Karla y Lety son ya, las tres, y por mérito propio
—más allá de conjeturas por atinarle cuál será rectora— inspiración para otras mujeres; para las que están, para las que vienen; para las niñas, las universitarias, y muy en especial, para todas aquellas mujeres que en algún momento de su vida han padecido, o padecen, la violencia machista, la vicaria, la política, la psicológica, y el estigma de quienes todavía insisten y se atreven —¡qué monserga!— a mandarlas de regreso a sus casas, y ven en ellas signos de debilidad, donde lo que hay es muestra de aplomo, de fortaleza, de dignidad y de fiereza. Al fin de cuentas tienen garra: son leonas negras, y ya han ganado las tres.
Sayani Mozka
Universitaria CUCSH-UDG y
Ex consejera electoral del IEPC Jalisco