La gente del campo no olvida ni a quienes luchan por el sector ni a quienes los traicionan. Hace 109 años, sus demandas se volvieron ley, los agravios se convirtieron en derechos y la revolución empezó a tomar una dimensión social en el marco institucional.
Fue un 6 de enero de 1915 cuando en el puerto de Veracruz se promulgó la primera Ley Agraria del país.
Las luchas de hombres como Zapata y Villa por la estitución de tierras y aguas a sus dueños originarios, a las comunidades indígenas y a los campesinos, empezaba a tomar una forma jurídica real.
Carranza tuvo la visión de construir un México con propiedad social y colectiva de la tierra que hoy permite la existencia de más de 30 mil núcleos agrarios de ejidos y comunidades.
La Ley Agraria fue un gran antecedente de la primera Constitución que reconoció los derechos sociales en el mundo.
Y la realidad es muy clara: ayer como hoy, la gente del campo no pedía dádivas, quería condiciones para poder trabajar y salir adelante.
109 años después la demanda vuelve a ser la misma, en el campo urgen apoyos productivos pensados en el crecimiento de las productoras y los productores y no en su estancamiento.
Hoy los desafíos son muchos:
Plagas cada vez más resistentes; un escenario climático cambiante. Falta de agua; inseguridad. Precios bajos para las cosechas e insumos cada vez más caros. Es un escenario complejo que no ha encontrado programas y políticas públicas adecuadas para hacerle frente.
Y, por el contrario, ha tenido como una constante la desaparición de instituciones y de programas, los recortes presupuestales y hasta escándalos de corrupción.
México se ha convertido en uno de los principales importadores de maíz en el mundo, así como de otros granos básicos y oleaginosas.
Mientras más de 1.8 millones de hectáreas aquí se dejan de trabajar por falta de apoyos y condiciones.
En los próximos meses el campo tendrá que mandar un mensaje y mostrar una vez más que su gente tiene memoria, tanto para agradecer como castigar.
La realidad social convoca al campo a levantar la voz.
A organizarse y a exigir que se reactiven los apoyos y la consigna es la misma: tierra y libertad.
Tierra que significa oportunidades para salir adelante, libertad que significa no ser esclavo de los apoyos sociales ni de los criminales.