Qué difícil hablar del Estado de derecho en México cuando la realidad de nuestro país no obedece al derecho y menos aún a la justicia.
El irrespeto hacia las leyes, las normas sociales y la decencia misma se materializa todos los días en el seno de un tejido social gravemente herido.
Las acciones que surgen en este ambiente son muchas y de diferentes tipos: asesinatos de periodistas; ataques y emboscadas contra policías y funcionarios de gobierno; desapariciones y homicidios.
Pero el problema está en todos lados, desde las agresiones de unos padres de familia entrando a un kínder a golpear y a encañonar a la maestra de su hijo en el Estado de México, hasta un Presidente que publica información sensible de una opositora sin razón válida alguna, poniendo en riesgo su vida y la de su familia.
Es un caos el México en el que vivimos, un país prácticamente sin reglas o con muy pocas que se aplican a unos cuantos.
Hace tiempo, en una gira de trabajo, la madre de un recluso me lo decía con la voz cargada de impotencia: “en México la cárcel es para los pobres o para las venganzas políticas”.
La situación del país empeora, se siguen afectando los proyectos de vida de millones de mexicanos y cada vez se está más cerca de que en todos los hogares haya una víctima de un delito grave. Culpa de los gobiernos, sí; pero de nosotros como ciudadanos también.
Brenda, la maestra que fue golpeada y amenazada, narra que mientras que “papá” y “mamá” la agredían y le apuntaban con una pistola, el menor reía. La maestra fue obligada a hincarse y a pedirle perdón a su hijo de rodillas. Es el sello de los tiempos, el de la violencia en todos los ámbitos de la vida en México.
Somos resultado de nuestras decisiones, de nuestros silencios y de nuestros aplausos. Hacia adelante tenemos que decidir mejor, exigir más y reconocer, no al de la falsa prosperidad que ha costado vidas o daños sociales, sino a la persona que ha construido con su esfuerzo un patrimonio honesto y una vida en paz.
Somos millones de mexicanos los que queremos un México de todos y en paz, y no una tierra de nadie sumergida en el dolor y la violencia. Hagamos conciencia, hagamos comunidad y hagamos las cosas bien.