Una nueva ofensiva contra el ex gobernador Francisco García Cabeza de Vaca se ha lanzado desde el gobierno estatal que encabeza Américo Villarreal.
Las noticias de los últimos días dan claro testimonio de lo anterior: una fiscalía anticorrupción que busca judicializar denuncias contra 120 ex funcionarios, un Congreso que le retira los escoltas al ex gobernador, una precandidata presidencial que intentó hacer una crítica y las acusaciones de que el ex gobernador promueve la difusión de los problemas de inseguridad en Tamaulipas, son algunos ejemplos.
Del otro lado, un ex gobernador que levanta la mano para la Presidencia de la República, que recuerda los avances en seguridad y que acusa vínculos con el crimen por parte del gobierno actual.
Es una lucha que sólo les interesa a los círculos políticos de sus allegados, donde quien más dificultades encontrará en lo político es el gobernador Américo Villarreal y, en lo jurídico, el ex gobernador y los ex funcionarios.
En el tema político, el gobernador se vio muy mal diciendo que el estado estaba tranquilo cuando a las pocas horas la Secretaría de Educación de Tamaulipas anunciaba la suspensión de clases en Matamoros.
Tener vigente el nombre Cabeza de Vaca le resta al gobernador Américo Villarreal. No hay un ánimo tan fuerte contra el ex gobernador porque no salió mal evaluado. Se debe considerar además que el ejercicio del poder desgasta, que este gobierno apenas va empezando, que no hay pretextos válidos a la hora de garantizar la seguridad y que no será lo mismo en la era post López Obrador a partir de 2024.
El tema legal es otra cosa pero, mientras la disputa política sucede, Texas reforzará su seguridad en la frontera por el tema migratorio, los escándalos en inseguridad crecen en percepción y vendrá la elección presidencial en Estados Unidos donde se hablará mucho de la inseguridad en México, se mandan malas señales a la inversión en medio del boom por el llamado nearshoring y no se ve que en lo que queda del Gobierno Federal vayan a llegar recursos para obras de infraestructura.
Para el gobernador, quizá sea tiempo de escuchar voces más críticas en tiempos de alta adulación; ya transcurrieron 11 meses desde su contundente triunfo y, a pregunta expresa de si el estado está mejor que antes, la respuesta podría no gustar.
