He vivido en función a un plan bastante preestablecido: estudiar, desarrollarme profesionalmente, tratar de tener un ingreso seguro y un día con suerte formar una familia.
Me he dicho muchas veces que quiero dedicar tiempo a las cosas importantes de la vida, pero nunca lo he hecho, al menos no con el tiempo suficiente.
Tratando de cumplir con las responsabilidades, he visto cómo buena parte de mi tiempo se ha ido en llamadas y reuniones que si hoy fuera mi último día, no realizaría.
Y en donde encuentro mi deuda más grande es en entender el sentido profundo de la vida, en entender dónde está mi verdadero futuro.
Me resisto a creer que el desarrollo de este modelo es lo único para lo que estamos aquí.
Pasamos nuestra vida preparándonos para la propia vida, pero todos sabemos que se acaba.
Nos aferramos a la seguridad de las cosas, pero lo único seguro es que un día, que puede ser hoy, mañana o en decenas de años, no vamos a estar.
Claro que mi deseo es vivir y claro que creo en el desarrollo personal; pero me he preguntado mucho ¿qué tan preparado estoy para cuando se cierre este capítulo?
Deberíamos nutrir más nuestra mente en torno a la conciencia, a la comprensión, a los significados, a la naturaleza de todo, a la gratitud, a la empatía y a la solidaridad.
La mente es base de la experiencia, creadora de felicidad y también de sufrimiento, pero es sobre todo el lugar donde reside nuestra naturaleza interior.
Hace seis años, sin padecer ninguna enfermedad y sin tener un trabajo o pasatiempo de alto riesgo, estuve más cerca que nunca de la muerte; en una situación que me dio el suficiente tiempo para reflexionar buena parte de mi vida.
Estaba tranquilo, pero no en paz. Pasaba del medio día y jamás me había cruzado por la cabeza, ni ese día, ni ese mes, ni ese año, ni durante toda mi vida que todo se podía acabar tan pronto.
Nuestra sociedad está obsesionada con los placeres, con la juventud, con el poder, con todo lo que nos distrae de las reflexiones, de las conversaciones profundas, de la espiritualidad, y de nuestro destino.
Quiero entender mejor la vida y entender mejor la muerte. El futuro que toque aquí y en donde sea que vayamos, cuando sea el momento, quisiera afrontarlo con reflexión, con fe y con esperanza.
Somos lo que cultivamos en nosotros y en nuestro alrededor. Cultivemos temas de mayor significado.
Hoy celebro un año más dando gracias. Nunca me gustaron los pasteles, pero siempre he amado la vida.