La pandemia del covid-19 no solo ha dejado al mundo cientos de miles de muertes, sino también la agudización de la crisis económica sin que tampoco se hayan superado el discurso bélico, ni las causas ambientales que acaban con nuestro planeta, junto con todo lo que en las décadas recientes no hemos logrado prepararnos para enfrentar cualquier problema de este género. Mucho menos para responder a este gran desafío de la humanidad.
A pesar de que han sucedido muchas pandemias a lo largo de la historia, las cuales arrasaron con naciones y países, ninguna obligó a las personas a vivir en un estado de toque de queda o de cuarentena global o parcial, mucho menos se habían cerrado fronteras.
Hoy esta pandemia ha puesto de manifiesto el alto riesgo del alcance de la desigualdad social, la discriminación, la criminalización, el racismo y mucho más, pero sí nos llevó a reflexionar que hemos perdidos nuestros valores y nuestros usos por el miedo, gracias a los resultados fallidos de los gobernantes que nos sembraron en nuestra mente nuevos temores.
Hoy no basta esto, sino que estamos en una guerra interna, en nuestra casa peleando por respirar el mismo oxígeno, agrediéndonos en la calle para lograr obtener un litro de oxígeno que puede salvar a alguien de nuestros seres queridos, y pese a los demás problemas como el creciente desempleo, la falta de alimentos, la escasez de medicamentos para tratar otras enfermedades, el gobierno no ha tenido ni el conocimiento ni el valor para enfrentar la crisis por la que pasa la economía para salvar a su propio pueblo.
