El próximo proceso electoral de los 84 alcaldes en el estado será la prueba más difícil a la que todos los partidos deben acudir, indiscutiblemente se verán obligados a experimentar nuevas formas de hacer política bajo diversos mecanismos que incluyan una estrategia electoral innovadora, avanzada e incluso más sensible a las demandas de la ciudadanía sin agotar las posibilidades de atraer a los hidalguenses. Hago hincapié a que deben contemplar prácticas democráticas como la participación directa en la vida política con el propósito de avanzar para recuperar la confianza de manera que supere el inmenso hartazgo hacia los políticos; de hecho, es el momento en que los partidos deben construir una nueva herramienta directa con los sectores sociales que integran su estructura así como los ciudadanos. Comprendiendo que derivado de su última derrota en las elecciones 2018, han perdido credibilidad al igual que a muchos de sus afiliados lo cual les lleva a reducir su capital político consecuentemente, se limita la participación democrática tanto al interior y fuera de los partidos, de ahí la pertinencia de preguntar las consecuencias de su fracaso y si con ello consideran renovar la forma de hacer política para permanecer como institución política que sirva a la sociedad. En este sentido, el objetivo es implicarse en la vida política activa que lógicamente también den la posibilidad a los ciudadanos de tener voz y voto al elegir a los aspirantes en el próximo proceso electoral. Lo visto, es que los partidos están distantes de entender estas medidas y carecen de nuevas plataformas para atraer a los hidalguenses que pueden hacerse copartícipes en mayor grado en la toma de decisiones al elegir a sus alcaldes y separar los riesgos actuales.
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