Política

Mi amigo robot: de soledades y afectos perros

En el mundo de la inmediatez y la hiperconectividad, la soledad sigue siendo perra. Esto parece quedar representado en la reciente película nominada al Oscar, Mi Amigo Robot.

La trama –basada en una popular novela gráfica de Sara Varon– versa de un perro que vive en Manhattan de manera solitaria y para sentirse acompañado y querido decide comprar y ensamblar un robot para que sea su amigo. Encuentra una gran afinidad con el autómata, o eso cree él al hacerlo partícipe de toda su vida, con lo cual la amistad crece hasta hacerlos inseparables.

Pero, tras un pequeño descuido en la playa, el perro tiene que abandonar al robot sin saber con seguridad si volverá a verlo.

Una joya de trama que nos hace replantearnos la base de los afectos personales y su fin. Pues la película relatará las dificultades de las relaciones personales, sus finales y la aceptación de los nuevos principios que todos podemos tener.

Nos hace cuestionarnos si en realidad el amor y la amistad están a un click de distancia y si es válido buscar engendrar afectos para satisfacción personal y no la romantización de las interacciones con base en entregarnos al otro.

Asimismo, nos lleva a la cruda realidad de que la vida sigue siempre para todos. Que nuestra ausencia siempre será superable aunque eso no implique que nuestra presencia remueva recuerdos, bellos, pero finalmente siempre seremos el pasado de alguien y el presente de otra persona. Y que la felicidad radica en no aferrarnos a retener el agua en las manos.

La película carece de diálogos y es animada, algo que definitivamente jugó en contra de ella en las premiaciones. Pues, como mencionó Guillermo del Toro en el Festival de Cine de Animación de Annecy en 2023, se necesita también que la animación gane un mayor reconocimiento.

“En la industria se nos sigue manteniendo en la maldita mesa de los niños”, protestó Del Toro. “Tenemos que luchar para cambiar eso. Creo que se puede hacer un drama fantástico para adultos con stop-motion, y emocionar con él a la gente”.

Y Mi Amigo Robot da muestra de ello. Se aleja de los clichés y lugares comunes en búsqueda de agendas, aunque algunos insistan en dar interpretaciones forzadas a la trama.

Y es su director Pablo Berger quien nos da la clave para resignificar el cine de animación. “La manera de comunicarme fue la misma, me expresaba de igual manera. La diferencia es que en una producción de imagen real yo trabajo con los actores. y en una película de animación laboro con animadores”.

Porque finalmente esa es la esencia del arte. Que el creador traspase sus propias fronteras personales y cruce al interior de su interlocutor, del público y cada uno resignifique esa creación.

Nos falta sacudirnos ese elitismo ante el cine de animación, y ¿por qué no? permitirnos ver si en esta vida somos el perro o el robot buscando dejar la perra soledad.


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Sarai Aguilar Arriozola
  • Sarai Aguilar Arriozola
  • Doctora en Educación, máster en artes, especialidad en difusión cultural
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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