Francia tiene más de seis millones de musulmanes. Es el número más grande en un país europeo occidental. Las tensiones entre los creyentes musulmanes y la libertad de expresión ejercida por algunos medios de comunicación en ese país –entre otros derechos- ha ido en aumento. Hay también muchos grupos no católicos y grupos no religiosos que se habían amparado en la tradición laica francesa. Pero ahora hay que sumar a estas tensiones una iniciativa de ley que ya ha causado críticas y señalamientos, denominada por algunos como “ley separatista” y, por otros, como “ley anticulto”.
El presidente francés pretende controlar el flujo del dinero a través de su “estrategia de lucha contra el separatismo islamista. Asegura que el enemigo a vencer es el separatismo o radicalismo musulmán, pero para el conocedor de las religiones y las intenciones políticas, Massimo Introvigne, no sería la primera vez que una ley presentada para frenar a ese islam, derivara en la persecución contra otros grupos religiosos.
Introvigne señala –citando el documento presentado por el ministro del interior francés- que el borrador se refiere a que los lugares de culto –y no solo las mezquitas- serán sometidos a una vigilancia cada vez mayor y “… preservados […] de la difusión de las ideas y declaraciones hostiles a las leyes de la República”.
El doctor Introvigne asegura que “escondida en una ley aparentemente dirigida a la radicalización islámica se encuentra una disposición que permite la disolución de las asociaciones religiosas y de otro tipo en caso de ataques a la dignidad de la persona, así como uso de presiones psicológicas o físicas”.
Evidentemente, en manos del Estado y de las fiscalías recaería las investigaciones contra esos otros grupos religiosos que, de por sí, ya son objeto de innumerables manipulaciones y estigmatizaciones mediáticas. ¿Alcanzan a ver por dónde iría esta ley?
En este contexto, asesinan a un profesor francés y se inculpa a un musulmán de ello. Las manifestaciones contra el islamismo radical se hacen presentes y en aumento, y mientras esto sucede, la covid-19 obliga a toda Europa a recular y endurecer las medidas de confinamiento.
