La barbarie social y humana ya ha acaecido. El desprecio por el otro y los sentimientos hostiles más denigrantes han aparecido de manera espantosa. Uno a uno, estos sentimientos aniquilan la dignidad humana que tanto esfuerzo y trabajo han costado a la humanidad. En plena descomposición social y con la podredumbre que emana de los intolerantes y prejuiciosos, las minorías de cualquier tipo intentan ser aniquiladas por el odio que invade y ahoga los sentimientos más nobles los seres humanos.
Esta sociedad del desprecio confunde libertad de expresión con odio y justicia con linchamientos mediáticos. Lo hace por que es incapaz de entender que toda afirmación debe ser comprobada, que sus calumnias traen consecuencias y que su lucha persigue otros objetivos que nada tienen que ver con la justicia y los derechos.
En este contexto, no es víctima la que denigra al otro y promueve un discurso de odio contra el distinto a él; tampoco es víctima la que, a sabiendas que no había más remedio que la resignación, ha mentido desmedidamente para tratar de destruir aquello que no pudo obtener. Lleno de amargura, el ser humano acusa, señala, miente, se desespera… parece, incluso, que ha logrado sus objetivos pero sus errores y mentiras pronto saldrán a la luz.
¿En qué medida el desprecio se ha convertido en nuestra forma más cotidiana de destrucción y aniquilamiento social? En mucha. Las redes sociales han potencializado cualquier forma de relaciones de comunicación, interpersonales, culturales, informativas, etcétera. Nos han sobrepasado.
Y mientras sigamos creyendo que el ejercicio de la libertad de expresión implica o protege el umbral de un discurso de odio, esta sociedad estará destinada a la autodestrucción. Por que ahí en donde el respeto absoluto como ejercicio permanente y –auto limitante- del derecho a expresarnos falte, los odios, prejuicios y mentiras contra el otro, contra el distinto, contra el diferente, contra el perseguido, continuará minando cada día la dignidad humana de las personas.
Así que sí, es urgente avanzar de una sociedad del desprecio a una sociedad del respeto absoluto y de una sociedad del odio a una sociedad de la razón.