En la medida que avance la pandemia menos dignidad humana habrá.
No todos los humanos perderemos esa condición, pero muchos, muchos enfermaremos de egoísmo, de odio, de venganza, de amargura, de estulticia y de ambición.
La ambición al más puro estilo de capitalismo despiadado ya se ha dejado ver en los empresarios que urgen a los que menos tienen a abonar por anticipado, antes que se queden sin un centavo.
La estulticia, esa terquedad irracional e impositiva que se impregna de unos cuantos en el poder político -y de muchos de sus más fervientes seguidores- destrozará al país y su economía.
El discurso que han tenido desde antes y que tendrán después de la pandemia es tan irracional como repetitivo.
Cansa al intelecto tanta basura de pensamiento.
Pero luego los ciudadanos tenemos la oportunidad de elegir ser mejores y no lo hacemos. Ahí están las fotos de las personas que no quieren vender nada en una tienda de abarrotes al personal de salud.
O el transporte público que se ha negado a dar el servicio también a ese personal.
O los saqueadores que, sin sentido alguno, se organizan para robar lo que hoy mismo ya no podrán ni siquiera vender.
O los que pudiendo hacer algo por alguien, simplemente se dan la vuelta y lo ignoran.
Quién sabe si estemos por vivir nuestro propio holocausto como humanidad.
Quién sabe si lleguemos a ser como los nazis o como sus cómplices, como los que ayudaron a los judíos o como los que los entregaron, como aquellos que dieron de comer al necesitado o como aquellos que le robaron todo a los judíos.
No todo está mal. También hay que decir de la gente cuya empatía es digna de admirar, cuyo amor por el prójimo merece ser replicado, cuyos actos nobles y desinteresados deberían de conminarnos a crecer como seres humanos.
Lamentablemente, el amarillismo de los medios y sus intereses oscuros suelen ignorar estas acciones.
Pero en tal caso, las redes sociales han dejado evidencia de esas acciones, de la nobleza de espíritu de pocos, muy pocos seres humanos cuya condición es más que loable.
Quién sabe si ahora seamos capaces de entender mejor el concepto de Arendt de la acción humana: pensar en lo que hacemos.
Nada más, pero tampoco nada menos.
www.sarapozos.mx