Comienza la reactivación económica y otra vez nos atacamos. “Son unos inconscientes. La situación empeorará”, “Luego no vengan a llorar”, “¿Quién asesora a nuestro gobierno?”, en una lista interminable de frases que nos desnudan como sociedad una vez más.
Para mí, la cosa es simple; o abrimos o tendremos el peor diciembre de la historia para nuestras familias. ¿Quieres escudarte en el miedo? Adelante y juro que te entiendo porque la mayoría conocemos a alguien que ha fallecido debido al covid. Debate que tiene aristas más profundas, porque lo correcto debiera ser que asumamos que este virus agravó una enormidad de padecimientos ya crónicos que arrastramos los mexicanos por hábitos de vida pésimos.
Pero ese es otro tema y hoy no lo abordaré. ¿Sabes qué me preocupa? La necesidad constante que tenemos de echar culpas a otros y no entender que el bienestar depende de uno. Polémica que harta porque nos hemos dedicado a achacar responsabilidades a quienes van a restaurantes o se atreven a participar de ciertos eventos, y no entendemos que hay muchos lugares que cumplen con las normas.
O si no, ¿cómo crees que esto revivirá? Bienvenidos a la nueva normalidad, amigos. No tiene nada de malo ir a un restaurante, ir al cine o a un casino si cumplen con las medidas adecuadas y reguladas por los organismos de salud. ¿Te pasarás toda la vida criticando al que sale y diciéndole “Quédate en casa?”. Mensaje que pudiera ser muy adecuado, pero que ya lo hemos tomado como bandera de una moralidad demasiado empalagosa.
Y te estoy siendo honesto y ojala tú también en un ambiente de crítica pública que siempre ha sido el favorito del regio. Señalo, ataco, satanizo en un mundo virtual lleno de “me gustas” superfluos y doble moralistas.
¿Sabes qué? Bienvenidos los negocios que vuelven a la vida y los sueldos para miles de regiomontanos que la están pasando muy mal. Yo también pudiera inflar el pecho y lanzar una cruzada moralista, pero hoy prefiero ser realista. ¿A poco tú no?
Por eso salgamos lo que debamos y tomemos las medidas adecuadas. Hagamos ejercicio, aprendamos de esta pandemia, pero sobre todo entendamos que esta crisis es un monstruo de dos cabezas (sanitario / económico) que nos está enfrentado entre nosotros mismos y, hasta hoy, esa ha sido nuestra mayor derrota.