Las elecciones no se ganan con votos; las ganas con dinero. Una máxima de la realidad política regiomontana que si no la entiendes te hundes, aunque tengan la mejor plataforma o un gran apellido.
Navegarlas es tan complejo que hasta los más experimentados se confían y pierden. Como Felipe contra Adrián en su última carrera por Monterrey. El albiazul la tuvo, pero no tejió la telaraña final (titubeó) y el tricolor realizó un “negociado” político interno que definió el resultado.
Hoy, con la gubernatura y varias alcaldías de pronóstico abierto; es la combinación de billetes con alianzas subterráneas lo que definirá un resultado que los manuales describen como democracia. Bonita fábula para un esquema que pagará mil pesos por cada voto ciudadano cuando llegue ese domingo donde las estructuras mandan.
Y aquí es donde empiezan las alianzas matonas y el maquillaje de las traiciones. Así como El Bronco llegó gracias a los judas priistas de mayor rango; ahora, Clara Luz sabe que Morena es su mejor opción, pero el ADN de su marido sigue dejando rastros por todos lados. Es interesante verla “coquetear” con varios y quizá hasta comience como independiente, pero seguirá (te apuesto) con alguno de los partidos importantes. ¿Tatiana? Respondería más a un capricho presidencial que a su capacidad para operar (y soy realista) una elección que se ha vuelto más local que antes.
O pregúntenle a Adrián y su intención de ser gobernador. Personaje que ha navegado con bandera demasiado baja y que dependerá exclusivamente del empuje que el multimillonario feudo medinista quiera darle. Esquema donde entra Paco Cienfuegos por Monterrey y lo que PAN y MC quieran negociar para obtener el mejor resultado posible.
Sí, me refiero a la dupla Samuel-Colosio y un 1-2 que no está para nada definido, aunque cada quien acapare portadas para demostrar que son el “matrimonio” perfecto. La rival más importante por la gubernatura es Clara y la mayoría lo entiende. ¿Qué prefiere el MC nacional? ¿Cuál entregará? ¿NL o Monterrey? Perderá las dos si peca de inocente en una mesa donde sus delfines ya negocian a sus espaldas con los tiburones estatales bipartidistas.
¿No me crees? Sigue los pasos de la mayoría de tanto tibio precandidato del PRI y el PAN, y verás que sus caminos conducen a negociar distritos, y estorbar a los favoritos como si estuviéramos viendo a varios ciclistas en un pelotón del Tour de Francia.
Te repito, en las elecciones manda el dinero y se gana usándolo e “invirtiéndolo” en alianzas. ¿Ser elegido? Una bonita fantasía que en Nuevo León siempre será el objetivo secundario para una estirpe política que se desvive por desfalcar nuestra democracia.