Lenzo LeBarón sostiene una placa de madera en la que se lee “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados” mientras posa junto al presidente Andrés Manuel López Obrador en su visita a Bavispe, Sonora. Se la entregó como un saludo en su estancia, igual que hizo en enero del año pasado cuando le dio otra que decía “Sin justo castigo al crimen la libertad quedará sin defensa”.
En la fotografía del encuentro en la que detiene la placa aparece también la pequeña Amarilus, hija de Rhonita, la prima de Lenzo que fue asesinada y calcinada en el ataque a la familia LeBarón el 4 de noviembre de 2019, y en el que murieron en total nueve personas.
Ayer el presidente visitó la zona y tuvo una reunión con ellos como parte de una promesa meses atrás en la que se comprometió a dar con los responsables de la masacre. También, en memoria al terrible suceso, y para mejorar la seguridad de la zona, se construyó un cuartel militar a escasos kilómetros de la matanza, mismo que fue inaugurado este sábado.
Lo curioso es que las víctimas, los LeBarón, no encontraron en las palabras que ofrecieron López Obrador y la gobernadora Claudia Pavlovich avances reales sobre el caso.
“Nos vinieron a decir lo mismo. Nada nuevo. De la reunión salieron decepcionados”, me contó Adrián después del encuentro.
Curioso, también, fue que a pesar de que una de las razones para construir el cuartel fue lo ocurrido ahí, a los LeBarón no los dejaron pasar al acto.
Estuvieron presentes miembros de otras familias, pero cuando Julián, Adrián y Lenzo quisieron pasar no los dejaron.
Esta periodista conversó con varios presentes en la visita del Presidente quienes coincidieron en algo: uno de los protagonistas de los dos eventos, la reunión y la inauguración del cuartel, fue el secretario de Seguridad Ciudadana Alfonso Durazo, originario de la zona y quien se perfila para ser candidato a la gubernatura de Sonora en las elecciones 2021.
“Más pareció un acto para darle el apoyo a Durazo para su próxima campaña, que una visita real para ofrecer resultados”, describió otra persona que estuvo en el lugar.
Resulta casi imposible intentar entender por qué López Obrador haría una visita a Sonora en atención a las víctimas de la masacre si a los familiares no los dejó pasar a algunos actos, y si no cargaba noticias bajo el brazo.
Simular que se cumplen promesas, simular que se entregarán resultados, y simular que se atiende a las víctimas es uno de los grandes peligros para un gobierno. En el papel se da por concluida la tarea, cuando la realidad es una caja hueca en la que solo hay impunidad y falta de atención.
“Todas las cosas fingidas caen como flores marchitas, porque ninguna simulación puede durar largo tiempo”, decía Cicerón, el filósofo romano.
Los familiares de las víctimas de la masacre exigen una indemnización, justicia real (sólo hay un procesado de un aproximado de decenas sicarios que habrían participado) y anteponer la seguridad de los mexicanos por sobre los intereses electorales.
“Es probable que no nos dejaran pasar a los actos por lo que ha dicho Julián (LeBarón), que esto lo están usando con fines políticos”, opina Lenzo.
Gabriel García Márquez también escribió: “que cada cosa estuviera en su puesto, cada asunto en su tiempo, cada palabra en su estilo, no era el premio merecido de una mente en orden, sino al contrario, todo un sistema de simulación inventado por mí para ocultar el desorden de mi naturaleza”.
La simulación oculta el desorden, la verdad y el interés final. Y Ni los LeBarón, ni los familiares de miles de asesinados en México, ni nadie, son merecedores de ella.