El reconocimiento de los Derechos Humanos en el derecho internacional y en la constitución mexicana (leyes, normas, programas, reglamentos, etc.) es una cosa, pero el ejercicio de esos derechos enunciados es otra.
Por algo se expresa de manera separada; reconocimiento, respeto, goce, ejercicio y garantía de los derechos en el Artículo 1º de la CPEUM.
El ejercicio de los DDHH es difícil y conlleva un camino de madurez y entendimiento no solo de las autoridades e instituciones, sino de las personas consideradas como ciudadanas que tenemos derechos pero también obligaciones y que en un ejercicio de ciudadanía, se requieren ambas.
A raíz de la consulta ciudadana quisiera hacer una reflexión: el reconocimiento, respeto y garantía de estos es obligación de un Estado de Derecho, pero el ejercicio es parte indispensable para la vida democrática.
El ejercicio de los DDHH nos corresponde a todas las personas, gozarlos, participar y hacernos responsables de la toma de decisiones de un Estado por medio del uso de los mecanismos y herramientas proporcionadas en la ley.
La crítica no abona en nada si no va acompañada de congruencia participativa y paritaria, ciudadanizar la política es nuestra chamba, politizar a la ciudadanía también.
Valga la posible incongruencia, es correcto afirmar que es un derecho negarse a ejercer el derecho reconocido y garantizado, pero sin politización ciudadana se incurre en un vaciamiento de la democracia.
La democracia es lo que hay, es lo que tenemos, hay que cuidarla y hay que mejorarla.
Si las instituciones, procedimientos, mecanismos o instrumentos no se adaptan a las necesidades actuales, la ciudadanía tiene que ejercer su derecho, señalarlo, exigir las reformas y las mejoras.
Los grupos en situación de vulnerabilidad y activistas sabemos de la importancia de usar todos los recursos a nuestro alcance aunque no sean los más adecuados o a pesar de que los medios y las instituciones desincentiven nuestra participación.
@incidefemme