La Inteligencia Artificial (IA) transforma las reglas del juego, irrumpe en la toma de decisiones públicas, la innovación empresarial y el ejercicio del Derecho con una rapidez provocadora de la redefinición de certezas de gobiernos, empresas y ciudadanía.
México no está fuera de esta evolución. Herramientas como Luisa y Sor Juana buscan un mismo propósito: traducir lo complejo, democratizar el conocimiento y mejorar el acceso a soluciones en tiempo real.
Luisa es pionera en su tipo en el marco de la visión 2050 impulsada por el liderazgo empresarial del presidente de Coparmex CDMX, Adal Ortiz. Esta plataforma condensa modelos de innovación, estrategias de gestión e instrumentos para mejorar la productividad de pymes. Decisión que rompe con el elitismo del conocimiento y lo vuelve bien común.
En paralelo, la Suprema Corte ha dado un paso de avanzada con Sor Juana, entrenada para explicar las sentencias, resoluciones y criterios judiciales. Forma parte de lo que la ministra Margarita Ríos-Farjat llamó ayer en su artículo para Notivox “las verdaderas herramientas que se necesitan en una sociedad plural, responsable y participativa”. Como la poeta, traduce complejidades con claridad.
Ambas iniciativas encarnan la inteligencia colectiva, donde nadie sabe todo, pero el conjunto lo sabe todo. Como mandataria local, la ahora presidenta Claudia Sheinbaum lo anticipó al impulsar el acceso a internet gratuito, Pilares y la digitalización de trámites. La jefa de Gobierno, Clara Brugada, lo fortalece ahora con enfoque comunitario.
La irrupción de la IA en las decisiones públicas y privadas obliga a repensar el equilibrio entre eficiencia y derechos. En la Cámara de Diputados, el debate se centra en las vulnerabilidades en el uso de los datos personales ante la posibilidad de crear una plataforma digital obligatoria de usuarios de telefonía móvil, propuesta en la nueva Ley del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Por ahora, rechazo. En el centro está la pregunta que atraviesa toda transformación tecnológica: ¿Cómo garantizar que la IA sea herramienta de liberación y no de control?
La experiencia internacional es contundente. Cuando la tecnología se usa sin límites claros termina por afectar más a los sectores ya vulnerables, como la vigilancia étnica a partir del reconocimiento facial en China o la discriminación por género desde los algoritmos de contratación de Amazon. En contraste, Santander, Finvero y UnlockedAI presentaron ayer una plataforma para incentivar inclusión financiera con IA; la activista María Elena Esparza Guevara lo dijo con claridad: la principal razón por la cual una víctima no deja el hogar violentador es la dependencia económica y por eso ahora desarrolla el primer programa de autonomía económica de las mujeres desde la Secretaría que encabeza Daptnhe Cuevas.
En El principio de responsabilidad (1979), el alemán Hans Jonas advertía cómo el poder técnico superaba la capacidad de previsión y prudencia. Aún es necesario acortar esa distancia. Los ejemplos aquí presentados son señales de evolución.