A los políticos les urge aprender del vínculo entre actividades de gobierno y bienestar y la relación, por ejemplo, entre seguridad, justicia y felicidad.
En The Politics of Happiness, de Derek Curtis Bok, ex presidente de la Universidad de Harvard, se revisa la tradición académica que analiza el bienestar y la política, a partir de estudios de política pública y de encuestas. El autor adquiere actualidad en escenarios en los cuales, como ocurre con México, un porcentaje muy significativo de las plumas, con o sin prestigio, con o sin afectación por haberse derrumbado las interlocuciones privilegiadas a partir del cambio de régimen que se vive en el país, se concentran en aquello que se dice y no necesariamente en lo que se hace o se tiene.
Mucho menos es de su interés saber y explicar cómo se siente la mayoría de las personas. Algo central al vínculo de política y bienestar y, más aún, de felicidad.
Hace más de 40 años, el gobierno de Bután incorporó la felicidad como un objetivo nacional en su política pública, con una dimensión espiritual y de compasión, en las acciones de gobierno.
Ese ejemplo obligó a un nuevo enfoque en la definición de progreso de una nación. El PIB per cápita no era ya la única medida indicada para determinar satisfacción ciudadana, desarrollo social y económico. La ONU adoptó, tiempo después, aquella definición de la nación asiática para que los países lo consideraran en sus objetivos.
La felicidad también es vista como la ausencia de enfermedad, libertad o prosperidad. En Ciudad de México hay un énfasis en la protección de la salud y políticas públicas relacionadas con la igualdad social, desde la responsabilidad individual y con la comunidad. De mayor relevancia y trascendencias populares que el debate en contra del uso de un medicamento contra el covid-19.
En materia de seguridad, tuve oportunidad de presentar, en un encuentro encabezado por Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de CdMx datos muy consistentes que revelan la reducción de la incidencia delictiva en la capital nacional. Ellos apuntan a la capital como la entidad con mayor mejora de las más densamente pobladas.
Sostuve y sostengo que, en la medida en que la seguridad y la percepción de la ciudadanía se recuperan, se generan mejores condiciones para la inversión, pero también existe mayor certidumbre y, en esa medida, para aquellas condiciones que hacen posible la felicidad.
La Primera Encuesta de Bienestar Autorreportado del INEGI revela que, en una escala del 1 al 10, las y los mexicanos califican con 9 su vida familiar y con 8.4 su satisfacción con la vida. Esos datos son efectivamente otros datos respecto de los cuales puede tenerse la tentación de omitir o trivializar.
Salvador Guerrero Chiprés*
*Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de Ciudad de México