Quien observa con detalle y disimulo lo que otros hacen o dicen, bien puede entrar en la categoría básica de espionaje; pero quien lo hace en secreto, es un espía, y de acuerdo con la intención o finalidad con la que lo haga, el espionaje podrá ser político, industrial, comercial, militar e incluso personal. En todo caso, esa acción, es una invasión a lo privado e íntimo para obtener una ventaja (poder) frente al sujeto espiado.
Las modificaciones legales y nuevas leyes en México, aprobadas en días pasados en el Congreso de la Unión, justificadas por cuestiones de seguridad, constituyen una ampliación y legalización de la intervención en el ámbito privado desde el poder público; incluso, en su conjunto, resulta ser un sistema de espionaje.
En las nuevas normas, así como en las modificadas, no se vinculó lo que legalmente se facilita, a lo establecido en el Código Penal Federal en lo concerniente a “violación de correspondencia”: “A quien intervenga comunicaciones privadas sin mandato de autoridad judicial competente, se le aplicarán sanciones de seis a doce años de prisión y de trescientos a seiscientos días multa” (Artículo 177).
Se podrá argumentar que no había necesidad de esa vinculación al Código Penal, sin embargo, como quedó establecido en las nuevas normas, se abre la puerta para esa intervención sin límite.
Si como se argumentó en los dictámenes de reforma que todo se hará respetando los derechos humanos, como está escrito, escrito está desvinculado a otras normas; además, si la condición de respeto a los derechos humanos para abrir la puerta a la intervención desde el poder en lo público a lo privado e íntimo, debieron poner los límites en la propia norma y ampliarlo en el Código Penal Federal.
No podemos pasar de ingenuos sobre lo dicho para justificar lo hecho por quienes hoy detentan el poder. La historia del espionaje y el uso de información obtenida por esa vía debe ponernos más que en alerta, más si hoy hemos normalizado, e incluso aceptado, que empresas privadas intervengan en nuestra privacidad a través de herramientas de comunicación digital con las que desarrollamos todas nuestras actividades, como comerciales, de entretenimiento, educativas. No es de extrañar que el poder público, no se quiera quedar atrás.
¿Por qué no ser y tener ojos y orejas digitales como lo hacen Amazon, Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp), Alphabet (Google), Microsoft, ByteDance (TikTok) con nuestros datos-actividad-vida?
Las autoridades con su nuevo sistema de información gubernamental no requerirán password para seguir y monitorear nuestra vida: obligados quedamos a contar con una cuenta de usuario otorgada por las autoridades, la nueva CURP, para vigilarnos.