Política

Cartilla Moral para “ser mejor”

El pasado 13 de enero, en Valle de Chalco, Estado de México, en el arranque del programa social “Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores”, el presidente Andrés Manuel López Obrador comenzó la entrega de la “Cartilla Moral” elaborada y publicada por Alfonso Reyes (1952), “porque tenemos que fortalecer los valores culturales, morales, espirituales”. “Vamos a leer la cartilla, porque esto nos va a llevar a una sociedad mejor”, recomendó (ver: http://bit.ly/2RS3Krk).

La Cartilla original (ver: http://bit.ly/2TiyD4C), explícita confesional cristiana, comprensible en una sociedad mexicana de mediados del siglo XX, fue reeditada en 1992, pero con la misma suerte, con oposición y no distribución; ahora, con la voluntad presidencial de por medio, circula (ver nueva edición: http://bit.ly/2MCoXPP; ver antecedentes en http://bit.ly/2sXrmfj), parafraseando la versión original, “descristianizándola” al eliminar menciones explícitas.

Javier Calderón Castillo, del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), exponía en 2017 que “la participación pública de pastores y seguidores de iglesias evangélicas o neopentecostales en los procesos electorales viene creciendo y haciendo sinergia en la ofensiva conservadora vivida en la región” (ver: http://bit.ly/2sNhc0v); un año después, Javier Corrales en **The New York Times, y Gerardo Lissardy, en BBC Mundo, lo evidenciaban (ver: https://nyti.ms/2S7EBYS y https://bbc.in/2RjS4bF).

Y los hechos se imponen. Las narrativas discursivas de gobernantes tienen una fuerte carga de relectura de los Evangelios; líderes políticos y gobernantes parafrasean sentencias religiosas, populares, que provocan empatía con sus interlocutores; los espacios de decisión política, Ejecutiva, Legislativa y Judicial son ocupados por nuevos grupos religiosos de corte evangélico y pentecostal cristiano, o inspiración cristiana. Entre tanto, la otrora omnipresente Iglesia católica, está menguada más en proporción con el porcentaje de quienes se confiesan católicos. Claro, también hay confesionales explícitos, irónicos como en Nicaragua, donde el gobierno se autodefine como “cristiano, socialista y solidario”, y en sus sitios oficiales arenga con “Tiempos de Victorias, ¡por gracia de Dios!” (ver: http://bit.ly/2S9glp9).

El descrédito de la política busca su “redención”, sin embargo, la simbiosis puede resultar explosiva, pues el corte inspirador parte y alimenta visiones maniqueas y puritanas que no favorecen diálogo, sino la imposición de pensamiento único, encantador en un entorno “líquido”. Populismo religioso (ver: http://bit.ly/2Tj4SAD)


@jrubenalonsog





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Rubén Alonso
  • Rubén Alonso
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