La designación de Carlos Aguiar Retes como Arzobispo Primado de México permite diversas lecturas sobre el juego y futuro de la Iglesia católica en México. Reducirla al entorno político-electoral de México puede ser un craso error, pues la Iglesia responde primero a una lógica interna, y a partir de ella su incidencia externa. Claro, sin separar una de la otra.
¿Qué elementos hay que poner sobre la mesa, más allá de la personalidad, tendencia y estilo de Aguiar Retes?
1. No es un obispo surgido de la Ciudad de México, como tampoco lo han sido sus antecesores del siglo XX. Esto conlleva al nuevo arzobispo al reto de sus antecesores: concitar voluntades entre el presbiterio local, órdenes e instituciones religiosas asentadas en la capital, que propicien su aceptación y liderazgo, si busca impulsar cambios y renovación intra eclesial.
2. Frente a sus antecesores del siglo XX, desde José Mora y del Río, quien estuvo en esa arquidiócesis de 1909 a 1928, Aguiar Retes tomará posesión de su encargo como el arzobispo más grande de edad: con 68 años, lo que tendría un mandato “sexenal” y un año, cuando cumpla los 75. Ver tabla de obispos de la ciudad de México en: http://bit.ly/2j9tv2r
3. La Arquidiócesis de México no es el Episcopado Mexicano (CEM). El liderazgo que da la sede está estrechamente vinculado a las circunstancias sociales e históricas, pero también de la personalidad de quien encabeza esa demarcación eclesiástica.
Norberto Rivera no llegó a desarrollar un liderazgo real ni al interior ni al exterior de la Iglesia católica, aunque tuviese la atención mediática. Incomparable con el liderazgo de sus antecesores, como José Mora y del Ríos, Pascual Díaz Barreto (jalisciense, hijo de padres huicholes y jesuita), Luis María Martínez, Miguel Darío Miranda o Ernesto Corripio Ahumada.
4. Aguiar Retes llega a sustituir a un obispo apagado y aislado (adentro y afuera), Norberto Rivera, para estar al frente de una arquidiócesis en un momento que la Iglesia requiere voz que se oiga e incida. Sin embargo, con la imperiosa necesidad de articular esa voz como colegio episcopal, es decir, con la CEM. Interesante será ver cómo se articula con el presidente de la CEM, José Francisco Robles Ortega, de la Arquidiócesis de Guadalajara, y el resto de los obispos desde la CEM a través de sus comisiones.
5. Después de Aguiar Retes, pendientes están pendientes los nombramientos de obispos para las diócesis vacantes en México, con las que se delinearía la impronta de Francisco Papa, como son Ciudad Altamirano, Guerrero; Matehuala, San Luis Potosí; Tapachula, Chiapas; Tehuacán, Puebla; Tehuantepec, Oaxaca; y Tlalnepantla, Estado de México; y en espera de que el Papa acepte su renuncia por límite de edad y nombre sucesor respectivo: la arquidiócesis de Oaxaca, la prelatura de Mixes, en Oaxaca; y la diócesis del puerto de Veracruz.
Twitter: @jrubenalonsog