México espera beneficiarse de la relocalización de plantas industriales y empresas que dejarán el territorio de la República Popular China debido a los desencuentros que están teniendo lugar entre las dos grandes potencias económicas del planeta.
Las políticas públicas del régimen de la 4T no son precisamente amigables con los inversores del exterior o, en todo caso, las prioridades de los actuales gobernantes van en otro sentido. Aun así, parece ser que los recursos están fluyendo, a pesar de todos los pesares, es decir, con todo y que este país no cuenta con la infraestructura que se necesita ni tampoco con las certezas jurídicas requeridas para atraer capitales de forma masiva.
Milagrosamente, el aparato educativo ha logrado formar a técnicos e ingenieros provistos de buenas cualificaciones y competencias. El gran problema es que México es una nación que se mueve a dos velocidades, por no decir que es un abigarrado mosaico de flagrantes desigualdades: los niveles de desarrollo del centro y el norte del territorio lo ubican en el club de países de renta media-alta mientras que en regiones enteras los ciudadanos viven unas condiciones tan adversas que no pueden integrarse a ningún proceso productivo.
Millones y millones de mexicanos no aportan absolutamente nada a las arcas del erario y, al mismo tiempo, requieren de ingentes ayudas públicas meramente para subsistir. El supremo aprieto en el que nos encontramos es precisamente ése, el de estar transfiriendo recursos de los sectores económicos que los generan a las capas de la población que no forman parte de la economía formal. Un asunto de naturaleza puramente fiscal, desde luego, siendo, encima, que México es de los países que menos impuestos recaudan.
Pero los líos no se acaban ahí nada más: cambiar las condiciones de vida de esas personas es un reto colosal porque no es solamente cuestión de asegurar mal que bien su subsistencia sino de que tengan las herramientas para abrirse paso en este mundo. Un chico de una familia pobre debería de acudir a una escuela de tiempo completo, ser bien alimentado allí, aprender ajedrez por las tardes y jugar basquetbol. Pues no, esta nación no gasta en eso sus caudales. Los dilapida criminalmente.
Pero, en fin, están llegando de todas maneras (algunas) inversiones.