Política

Casa Blanca: el fin de la decencia

Volodímir Zelenski acudió a la Casa Blanca esperando el amparo de una nación que ha promovido y salvaguardado los valores democráticos desde que se instauró el nuevo orden entre las naciones al concluir la Segunda Guerra Mundial.

No se encontró, sin embargo, con dos hombres de Estado, sino con dos matones viles y abusivos. Los estándares no son particularmente altos desde que la vulgaridad se volvió la herramienta de comunicación más socorrida de Donald Trump, pero J.D. Vance se mostró todavía más odioso y detestable.

Ayer no fue un día cualquiera, señoras y señores. La fecha quedará inscrita para siempre en el calendario de la infamia, una efeméride que marcará indeleblemente la política exterior de los Estados Unidos: nunca habíamos visto que el presidente de la primera potencia del planeta desconociera la realidad de un país invadido para avenirse con el invasor. Y tampoco habíamos presenciado el despliegue de tan tosca mezquindad hacia un hombre, Zelenski, que encabeza la heroica defensa de su patria, primera línea en la resistencia europea a la ofensiva imperialista de Vladímir Putin.

La crudeza de Trump y su vicepresidente fue absolutamente vergonzosa y la primera pregunta que te viene a la mente es cómo sujetos de parecida calaña pueden estar desempeñando tan altas funciones.

El devastador deterioro de lo público en la actualidad es absolutamente alarmante: ya no se respetan las formas, ni se guarda la debida urbanidad, ni se procura un lenguaje mínimamente reflexivo. Hay violencia verbal, abuso e impúdico maltrato.

Lo más perturbador, en lo que toca a la postura de Trump y la servil aquiescencia de sus pretorianos, es darte cuenta de lo que está en juego: la supervivencia misma de la democracia liberal y la paralela acometida de regímenes dictatoriales a nivel planetario.

El abandono estadounidense de la causa ucraniana le abre las puertas a la dominación de Putin, un autócrata que pretende restaurar la antigua grandeza de la Unión Soviética a punta de conquistas territoriales. Lo más escandaloso de la ofensiva emprendida por los rusos —más allá de las atrocidades perpetradas por su soldadesca, de los bombardeos a la población civil o del secuestro de niños para ser reeducados y despojados así de su identidad ucraniana— es que se trata de una guerra de apropiación.

El pretexto de que la deriva de Ucrania hacia el bloque occidental fue una provocación inaceptable, merecedora de una intervención militar, y la subsecuente repartición de culpas hasta el punto de responsabilizar a los ucranianos de ser invadidos —ellos comenzaron las hostilidades, llegan a decir los radicales izquierdosos de nuestro país, hermanándose así con el mandatario estadounidense que tanto los desprecia— no es más que un mentiroso subterfugio para enmascarar las intenciones de Putin: invadir, conquistar y avasallar.

Y esto, con el aval de una Casa Blanca que nunca había caído tan bajo. Inaudito… 


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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