Lo que parecía una quimera se volvió extravagante realidad en el cuartel del Club Universidad Nacional: Dani Alves va a jugar con los Pumas.
Haberle asestado un “pinche güey” al Piojo Herrera cuando el director técnico de Tigres descartó su fichaje en el equipo regiomontano por ser ya una figura crepuscular –o, dicho en un lenguaje más llano, por estar demasiado viejo– le abrió muy seguramente las puertas de un país que, ya lo ven ustedes, aplaude el lenguaje colorido, celebra las gracejadas, ovaciona las ocurrencias y, sobre todo, se solaza permanentemente en su irrepetible e intransferible mexicanidad. Y qué más vernáculo y certificadamente aborigen, señoras y señores, que el maridaje de esos dos adjetivos –“pinche” y “güey”, pues sí–. En boca de un brasileño, además, se elevan por encima de lo local y adquieren la merecida trascendencia. Ya el Tuca Ferretti había sentado cátedra con eso de los “partidos moleros” y ahora don Dani, sin exhibir ni lejanamente parecida inventiva sino meramente una muy oportuna capacidad de adaptación, prosigue con tan encantadora campechanía.
Se perfila en el horizonte una muy sabrosa rivalidad, oigan. Digo, el mentado Piojo había declarado, justamente a propósito de la contratación del antiguo jugador del F.C. Barcelona que, en efecto, “quién no quisiera tener a Dani Alves, pero tenerlo de esa edad sería más por el nombre y por el impacto mediático que por lo que pudiera dar en la cancha” y este enunciado, tan claro como el agua, lo apostilló todavía soltando lo siguiente: “Yo quisiera a Dani, pero al que jugaba con Pep Guardiola. Hoy, con la edad que tiene, es más un bombazo de nombre que lo que nos pueda ayudar”. Pues, resulta que Andrés Lillini y los directivos del equipo de la UNAM piensan muy diferente. Cuando se enfrenten Tigres y Pumas en la cancha las cosas se van a poner de verdad muy buenas.
El golpe publicitario está dado, en todo caso, más allá de lo que Alves pueda aportarle a su nuevo equipo. Y el hombre será una atracción, así fuere por curiosidad o porque el aficionado tenga delante, en el terreno de juego, a una figura legendaria, al “mejor lateral del mundo” en palabras del Joan Laporta, quien fuera el mandamás del equipo catalán.
¿Motivará a sus compañeros? ¿Intimidará a sus rivales? ¿Mostrará todavía sus grandes talentos? Ya lo veremos. Y sabremos, sobre todo, cuál de las dos apuestas, la de Tigres o la de la UNAM, fue la correcta.
El Piojo, hay que decirlo, habló muy claro. Pero, qué caray, los Pumas le respondieron y Alves ya porta su camiseta. Al tiempo…
Román Revueltas Retes
