Las mujeres de México están protestando. Exigen justicia y, sobre todo, que el Estado les brinde la protección que necesitan porque muchas de ellas son asesinadas en este país. El número de feminicidios perpetrados en México es simplemente escandaloso. ¿Las causas? Antes que nada, la barbarie de los machos de la subespecie nacional, señoras y señores, algo que va mucho más allá del simple machismo porque un tipo, digamos, controlador, celoso, posesivo y mandón no es necesariamente un asesino como tampoco una mujer que se cansa de los modos de su opresor doméstico y termina la relación debe de aparecer acuchillada por el exmarido. En fin, es un auténtico problema nacional en el que el fenómeno de la misoginia es llevado hasta sus más escalofriantes extremos.
Pero la discriminación, el maltrato, la desigualdad o el menoscabo de los derechos que padecen las mujeres es también una realidad aquí en Estados Unidos Mexicanos y en el mundo del deporte se manifiestan muchas de las injusticias que sobrellevan aquellas que participan como profesionales en algunas de las tantas disciplinas deportivas.
Pienso en el futbol femenil, justamente ahora que las jugadoras de Estados Unidos de América están demandando a su Federación porque a la Selección Femenil no le ofrecen las mismas condiciones ni las mismas retribuciones que a los futbolistas masculinos. La cifra que piden alcanza los 66 millones de dólares, a manera de compensación por lo que consideran un trato discriminatorio y como una forma de pago más justa, vistos sus logros y sus títulos.
Tienen toda la razón, señoras y señores: lo máximo que han alcanzado los hombres es un tercer lugar en el Mundial de 1930. Y nunca han ganado ninguna medalla olímpica. En lo que a ellas se refiere, miren ustedes nada más su deslumbrante palmarés: cuatro campeonatos mundiales ganados —en 1991, 1999, 2015 y 2019— y otras cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos. Las mejores jugadoras del planeta, o sea.
Aquí, el futbol femenil no cuenta ni lejanamente con las condiciones aseguradas a los hombres. Es una cuestión del mercado, ya lo sabemos. Pues, ojalá que los aficionados llenen pronto los estadios donde juegan ellas para que todo mejore.